Está de moda entre los separatistas usar el prefijo ´neo´ para añadir un matiz subliminal de modernidad. Pero nada tiene de moderno reescribir el pasado, como estos institutos independentistas de la Nueva Historia de Cataluña, que reciben jugosas subvenciones de la Generalidad para distorsionar los hechos del pasado. Quieren ganar el futuro cambiando el pasado a su antojo, como estos neocomunistas de Podemos que quieren reescribir la guerra civil para ganarla 75 años después. No podrá ser. Poco futuro tiene ganarse el pasado, modificarlo y falsificar la narrativa histórica. Comunistas y nacionalistas son la cosa más rancia y decimonónica –en sentido literal– más casposa y estéril que aún subsiste en nuestro solar patrio. El primero solo ha creado dolor, cien millones de muertos y hambre por donde pasa. Y el nacionalismo es una reliquia tóxica del puro Romanticismo del siglo XIX. Pero mira tú, les funciona, mientras los gobiernos regionales suelten la pasta gansa. Miles de catalanistas viven de esta sopa boba. Arrinconando el español.
No crean que en Ibiza estamos a salvo, basta ver las candidaturas presentadas, la inmersión en la mayoría de los colegios, la recuperación de las leyes identitarias del Pacte y las publicaciones –siempre financiadas– en catalán estándard, o sea el barcelonés. Que casi nadie lee.
La misma Enciclopedia de Ibiza y Formentera está plagada de barbaridades de variado pelaje. Algunas se las he dicho personalmente al actual responsable, pero temo que en el próximo y último tomo no las corrijan. Las hay a cientos, pero causan espanto algunas como el uso sistemático del término compuesto ´Corona catalano-aragonesa´. Tal adefesio no ha existido nunca. También se le ocurrió a un neohistoriador (¡y político!) catalanista inventarse una Corona de Mallorca inexistente. Que yo sepa es la Corona de Aragón. En Baleares, ciertamente fuimos Reino, el Reino de Mallorca que nos incluía a los pitiusos. Cada cual es muy libre de tener las ideas que Dios y su razón le dé a entender. Pero jamás debieran proyectarse cuando se hace ciencia, cuando se hace Enciclopedia. La de Ibiza y Formentera ha quedado obsoleta en gran parte por no haber sabido filtrar esta rancia y tendenciosa ideología catalanista. ¿Hay en Ibiza algunos historiadores sensatos, ecuánimes, serios y preparados? Al menos ni uno solo ha denunciado públicamente estos disparates ilustrados.
La misma Enciclopedia de Ibiza y Formentera está plagada de barbaridades de variado pelaje. Algunas se las he dicho personalmente al actual responsable, pero temo que en el próximo y último tomo no las corrijan. Las hay a cientos, pero causan espanto algunas como el uso sistemático del término compuesto ´Corona catalano-aragonesa´. Tal adefesio no ha existido nunca. También se le ocurrió a un neohistoriador (¡y político!) catalanista inventarse una Corona de Mallorca inexistente. Que yo sepa es la Corona de Aragón. En Baleares, ciertamente fuimos Reino, el Reino de Mallorca que nos incluía a los pitiusos. Cada cual es muy libre de tener las ideas que Dios y su razón le dé a entender. Pero jamás debieran proyectarse cuando se hace ciencia, cuando se hace Enciclopedia. La de Ibiza y Formentera ha quedado obsoleta en gran parte por no haber sabido filtrar esta rancia y tendenciosa ideología catalanista. ¿Hay en Ibiza algunos historiadores sensatos, ecuánimes, serios y preparados? Al menos ni uno solo ha denunciado públicamente estos disparates ilustrados.
Nos llevaría mucho tiempo leer críticamente estos más de doce tomos que engloban y pretenden explicarnos con rigor la totalidad de las islas de Ibiza y Formentera. Los profesionales debieran tomarse en serio su trabajo y fijarse dónde ha acabado Cataluña (y el proceso no ha concluido: acabará peor). En Ibiza no hemos de seguir a Cataluña en nada: ha demostrado siglo tras siglo que siempre toma la peor opción. Que se estrellen ellos, pero a nosotros que nos dejen en paz. Incluso los catalanistas de aquí se contagian de la ceguera catalana. A principios del siglo XX un exaltado catalanista ibicenco propuso derribar nuestras murallas renacentistas, quizás para seguir lo que se hizo en Barcelona. Hace unas semanas, otro catalanista ibicenco propuso derribar el monumento a nuestros corsarios. Antes de derribar lo ajeno construyan ustedes algo en positivo.
Más valdría que no perdieran el tiempo en intentar cambiar una historia que ni siquiera conocen. ¿Entonces qué quieren? Hacer política con el dinero y con los valores ajenos. Habrán observado que no he citado a nadie. Pero que no sirva de precedente.