Oxigena el entorno marino como el Amazonas la superficie del planeta. Su presencia favorece el desarrollo de especies animales a su alrededor. Es la posidonia oceánica, planta endémica del Mediterráneo cuyas praderas, que alfombran la Reserva Natural de ses Salines, fueron declaradas por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en 1999. Son el pulmón del Mare Nostrum. Un potenciador de la vida submarina que está muriendo en silencio.
Los vertidos de aguas fecales expulsados desde los emisarios de Ibiza y Formentera están acabando con esta planta y con varias de las especies que antes poblaban en cantidad las aguas pitiusas. El peligro que padece este ecosistema ha sido denunciado por el biólogo y submarinista Manu San Félix. Sus inmersiones diarias y las instantáneas que captura bajo las orillas formenterenses son el mejor testimonio de un cáncer que se está comiendo poco a poco uno de los fondos más ricos y espectaculares del mundo.
"El principal problema es que, como está debajo del agua y no se ve, nadie hace nada", lamenta el investigador. El último vertido de aguas fecales expulsado por el emisario de Formentera, denunciado por San Félix el pasado 21 de agosto, encendió todas las alarmas. Una sobrecarga en el caudal de la depuradora formenterense, unido a la "mala gestión de su responsable", según destacaron desde el Consell de Formentera, provocaran que esta infraestructura vertiera al fondo marino aguas nocivas para el entorno de la reserva.
Lo más grave es que no se trata de un problema puntual. "Esto lleva pasando todos los veranos desde hace más de 20 años", denuncia San Félix, quien puntualiza que no se debe sólo a un mal funcionamiento del emisario de Formentera. "Las aguas mal depuradas de los emisarios de Sant Francesc de s'Estany y Talamanca, en Ibiza, perjudican también al fondo marino de Formentera», abunda. Y es que los vientos de levante arrastran hasta la menor de las Pitiusas las aguas que salen de los emisarios ibicencos. Su alto contenido en materia orgánica y, en algunos casos, bacterias, asfixia poco a poco el vergel de la Reserva Natural de ses Salines.
Desde la organización ecologista Greenpeace apuntan como clave del problema el "desmedido desarrollo urbanístico y turístico que se ha llevado a cabo en las islas sin que, en un primer momento, se contara con unos equipamientos adecuados para gestionarlo". En la pitiusa menor, esta tara se hace patente, sobre todo, en temporada alta. Formentera está experimentando un repunte turístico considerable, ignorado por sus vecinas baleares. De hecho, es la única isla cuyos resultados de ocupación no han empeorado con respecto al año pasado, como consecuencia de la crisis. Es, con diferencia, la isla del archipiélago balear con mejores resultados turísticos.
En esta tesitura, la depuradora con que cuenta la isla está preparada para soportar la actividad derivada del uso de 14.000 personas, cuando en su momento álgido (hace unos días) puede llegar a tener que hacer frente a 40.000.
Extinción
Los efectos de esta contaminación están pasando factura a la fauna submarina del enclave. Hasta la fecha son varias las especies que, o han desaparecido, o se encuentran en grave riesgo de hacerlo. A parte de la posidonia oceánica, "moribunda", según San Félix, las comunidades de algas fotófilas, que viven en las zonas bien iluminadas, como es el caso de las hasta ahora claras aguas de la reserva, "han muerto prácticamente todas", destaca el biólogo, que, al mismo tiempo, recuerda su "altísima importancia en el ecosistema marino".
La eutrofización, enriquecimiento de nutrientes de un ecosistema, en este caso, a consecuencia de los vertidos de aguas fecales cargados de materia orgánica, provocan que especies de algas invasoras puedan penetrar con más facilidad en la reserva. "En un escenario enfermo es más fácil", subraya San Félix. También están pereciendo varias clases de bivalvos, especies marinas con dos conchas, como las almejas. "Los caballitos de mar han desaparecido prácticamente", destaca el investigador, quien hace hincapié en que, además, la abundancia de nutrientes en las aguas propicia la aparición de bancos de medusas.
"Como predijo Julio Verne en su libro 20.000 leguas de viaje submarino, en el mar acabará habiendo sólo calamares y otros cefalópodos", apunta, con resignación, San Félix.