miércoles, 10 de octubre de 2012

En titulares, blog de Santiago González


Hay titulares que valen por un editorial. Observen éste que hoy aparece en el diario ‘El País’:
“Wert busca base legal para burlar la escuela en catalán”.
¿Base legal para burlar? También se podría haber titulado: “Wert busca subterfugios para que los españoles puedan estudiar en la lengua oficial del Estado”. O: “… para que la lengua oficial del Estado sea oficial también en Cataluña”.
Vistas así las cosas parecerían algo diferentes, pero según parece, el Gobierno (de España, ojo) no trata de aplicar la Ley, sino justamente de burlarla. Pero, ¿no era el Gobierno de la Generalitat el que desobedecía la sentencia del Tribunal Supremo en materia educativa, al igual que se negaba a acatar la sentencia del tribunal Constitucional sobre el Estatut? Bueno sí, pero es que han sido el Tribunal Supremo de España (y el Constitucional de lo mismo) quienes han burlado. El Supremo, la Escuela en catalán y el Constitucional, la Ley. O sea, el Estatut. Mientras tanto, lo que llama la atención de la propuesta de Wert es que tiene aire
de chiste: ¿Se puede ser español? Hombre, pagando, naturalmente.
La foto que ilustra la pieza es un manifiesto del buenismo: un niño o niña, negro o negra, escribe algo en catalán, o en catalana (perdón, aquí me pudo la inercia) en la pizarra. Catalunya en realidad somos todos. esta noche se estrenaba en la Argos Náufrago con el siguiente comentario:
En Cataluña el nacionalismo es integrador. Considera catalán a todo aquel que vive y trabaja en Cataluña. Pensionistas y parados son y seguirán siendo españoles, y el pago de todas sus prestaciones correrá a cargo del Estado Español.
En el terreno estrictamente lingüístico es preciso recordar una anécdota de Xabier Arzalluz, el día que dijo: “Prefiero el negro, negro que habla euskera, al vasco que no lo hable”. Esto había que tomarlo en sentido figurado, porque al frente de la Diputación foral de Bizkaia mantenía a Josu Bergara, que no hablaba euskera, pero era de su partido. Como la frase levantó ampollas, el anciano burukide compareció en la siguiente rueda de prensa flanqueado en Sabin Etxea por los líderes de la oposición guineana a Teodoro Obiang. Detrás de los periodistas se sentó el comando zaharra, grupo de mujeres del partido de la tercera edad, que se sintió colectivamente afectado por la escena. “Fíjate”, decían. “Para que luego le llamen racista”.
El lunes me encontré en mi barrio con el diputado Erkoreka, que manifestaba una divertida perplejidad ante el hecho de que Convergencia i Unió no hubiera aprendido nada de la experiencia ajena. “Nosotros ya hicimos todo eso con el Plan Ibarretxe”.