Unión Mallorquina estaba pensaba para la corrupción. Contaba con la corrupción. Tenía como fin la corrupción. Era la corrupción.
En general los partidos que no tienen más norte que el poder por el poder están llamados a ese destino. Es cierto que las ideologías despiertan sospechas porque pueden ser utilizadas como justificación de estrategias terroríficas (hasta del propio imperio del Terror) pero también es cierto que sin ideales la Humanidad no habría asumido los costos de ciertos avances colectivos. Las utopías posibles.
Cuando Zapatero dice que no puede llegar a pactos económicos con el PP porque está por medio la ideología, uno se echa a temblar. Cuando sucede eso, es necesario que se expongan al debate público las conveniencias de eas ideología y el cumplimiento del bien común. En el caso concreto de la salida de la crisis habría que valorar si esta no es más importante que el mantenimiento de los dogmas keynesianos. Por ejemplo.
En el otro extremo está la aritmética del poder con el desprecio absoluto del modelo de sociedad. El método de Munar. La búsqueda de la minoría como clave. No para conseguir el respeto de esta sino para mandar sobre las mayorías. En realidad Munar era la exaltación de la representación débil. Disponible para todo. A cambio de cualquier solución. El método que fue llevando a Italia tras la Segunda Guerra mundial hasta la liquidación del sistema partidario. Con una diferencia. En Italia la DC nunca le dio el poder a una fuerza minoritaria. Por esa razón duró casi medio siglo. Unión Mallorquina ha sido la trivialización del nacionalismo hasta el extremo. Ha sido la culminación de la corrupción por escaño electoral. Nunca nadie consiguió tanto con tan poco. Un récord.