Ya lo tengo decidido. Si dentro de tres años no estoy muerto (pues entonces tendría 86 ) –y si lo estoy lo harán mis hijos–, pondré en el Diario de Ibiza una esquela por el centenario de la sustracción de esta terracota púnica, vendida por un ibicenco muy conocido (entonces sí que pondría su nombre) establecido en Palma de Mallorca.
Quizás algunos lectores recordarán una serie de artículos [Véase este mismo blog] míos donde trataba de los museos gafados de Eivissa, así como de las dos Damas de Eivissa, una en el Museo Arqueológico de Madrid y otra en el de Barcelona, así como un artículo de nuestro senador Pere Torres, publicados todos ellos a principios del pasado año.
Pero lo que los lectores de este Diario no saben es que yo fotocopié todos ellos, así como una foto de la pieza que está en Barcelona, y que entregué todo ello el 27 de marzo (número de entrada 7704) del pasado año al Consell Insular para que, además de lo que escribía en mis artículos, «el Consell haga los trámites y estudios jurídicos necesarios para que la Dama de Eivissa (pieza B-8538) y algunas valiosas que la acompañaban nos sea devuelta».
En el artículo del señor Pere Torres se mencionaba que el Ministerio de Cultura, a quien se dirigió para reclamar el retorno, entre otras, de esta magnífica pieza decía que «no tiene potestad, al no ser bienes de titularidad estatal pertenecientes a colecciones estatales». No sé si esto está escrito en castellano, pero para mí está en chino mandarín.
Lo que sí está claro es que ese ibicenco afincado en Palma de Mallorca pagó a excavadores clandestinos para explorar sin respeto los yacimientos del Puig des Molins y que lo hallado lo expuso en el Palacio de Bellas Artes de Barcelona en 1914, y que la junta de museos de Barcelona lo compró. Aquí hay pues una receptación indiscutible de un expolio: esto sí que está claro y confío en que el silencio que ha seguido a mis denuncias sea debido a que algún abogado esté estudiando este expolio y que tendré, o tendremos, una respuesta satisfactoria.
Ojalá en lugar de la esquela que mencionaba al principio, y del epitafio que obligatoriamente la acompañaría, podamos todos ver en la próxima apertura del Museo del Puig des Molins (confiemos, después de doce años cerrado, según creo recordar) esta magnífica pieza en un lugar de honor.
Fernando Bertazioli en Diario de Ibiza.