viernes, 23 de octubre de 2009

Munar tendrá que romper muchos pactos, por Matías Vallés, DM


Aunque la providencia se expresa en un lenguaje judicial hasta lo astringente, el juez que ha citado a Maria Antònia Munar como imputada no puede ser ajeno a la consideración intempestiva de que derriba un mito. Javier Muñoz habrá experimentado el mismo vértigo que Juan López Gayá cuando decide procesar a Gabriel Cañellas por el Túnel de Sóller, siempre en el palacio de la Audiencia. De ahí que el magistrado incluya como cola de cometa al popular Fernando Rubio –convocado el mismo día para idéntica fecha, en horario de continuidad–, que pagará en fugacidad la osadía de competir con el fulgor de ´Lady Diada´, la eterna primera dama de Balears. El Tribunal Superior traslada el mensaje de que la corrupción de Can Domenge castiga a UM y al PP, cuyos 16 consellers aplaudieron la trapisonda a mano alzada. Munar sigue sumando más que todos ellos, sus coristas pusilánimes. Además, los populares no podrán criticarla sin autoinculparse.
La citación judicial se titula ´Munar, imputada por primera vez´, con una pretensión secuencial. O ´Munar, por fin imputada´, con regocijo definitivo. O ´Munar, ¿pero no lo estaba ya?´, con desconcierto ante la proliferación laberíntica de escándalos en la órbita de la presidenta del Parlament. Su blindaje se ha desmoronado sin que crujiera la fidelidad de sus socios de empresas políticas y mercantiles. Presume de no haber roto nunca un pacto pero se traicionó a sí misma, porque regalar Can Domenge a mitad de precio no es corrupción sino desenfreno. A juzgar por su virulenta reacción en el Consell tras la apertura de juicio oral en el mismo Tribunal Superior contra uno de sus retoños, en el futuro tendrá que romper muchos pactos. De ahí su declaración oracular de ayer, pletórica de sobreentendidos.
Para acentuar su calvario, Munar es una víctima de la corrupción del PP. Ningún tribunal se hubiera atrevido hace un lustro a inculpar a un presidente del Govern o del Parlament. De hecho, el Superior no tuvo valor para hacerlo en Operación Mapau, y Cañellas sólo fue acusado tras ser despachado por Aznar. Todo cambia con la detención de Eugenio Hidalgo, hace tres años, cuando los jueces deciden tomarse la justicia por su mano. Ese mismo día germina la imputación de Munar, culminada ayer. ¿Y quién efectuó la denuncia contra el alcalde de Andratx? Un militante de UM, sobradamente asesorado por su partido. Así se cierra el bucle de la corrupción mallorquina. En fin, Can Domenge está situado en las inmediaciones del Palma Arena.
El Govern Matas rompió el mercado y creó una burbuja corrupta –en cuanto degeneración institucional–. Su estallido ha arrastrado a UM, que dominaba una corrupción casera y respetuosa con el medio ambiente. Imaginen el espanto de los líderes nacionalistas, al contemplar cómo procedimientos habituales desde tiempo inmemorial se juzgan hoy conforme a la ley. El bruñido lema del partido, ´Un militante, un cargo´ se refiere ahora a cargos penales.
Matas se fugó a Miami/Washington con la vana pretensión de que los votantes del PP se olvidaran de él, sin reparar en el ansia de venganza que había suscitado entre los conservadores. Estarás anuncia la huida a Bruselas el mismo día en que un cargo de su Govern la acusa de falsear actas. Munar creyó que un sillón no ejecutivo la liberaría de los odios que despierta. Siempre puede presumir ante Matas de que ella declarará como imputada en un palacio, y él tendrá que conformarse con un juzgado de instrucción.
La imputación de Munar no implica su condena, pero la desimputación tampoco supondrá su inocencia en la astracanada de Can Domenge, el obsequio nacionalista a una constructora española. La víctima colateral responde por Francesc Antich. Por si la factura del Pacto de Progreso no fuera suficientemente onerosa, también deberá pagar los costes aplazados de la alianza PP-UM. Sin embargo, contemplará esta perspectiva con alivio. Todo antes que gobernar.

Diario de Mallorca