En 2007, BALEARES tenía una caja de ahorros con 230 oficinas, 650 mil clientes y un 30 % del mercado bancario de Baleares. Empleaba a 1.680 trabajadores y tenía una obra social que destacaba por su contribución a la comunidad. Su valor económico era incalculable. Su nombre, Sa Nostra, reflejaba la realidad: era de aquí. Era de la sociedad. El poder público tenía el control y nos deleitaba con su presencia masiva en los órganos de dirección.
Hoy ya no tenemos caja. Sa Nostra ya no es de aquí, ya no tiene su sede en Baleares. Y tampoco es nuestra, nos queda un 1,8 % de la propiedad. El resto, exactamente un 98,2 %, ya no es balear. Lo que viene a significar que no tenemos voz alguna. Ni poder de decisión. Ni influencia. O sea, no nos queda nada. ¿La hemos vendido? No, no ha sido una venta. No ha