Tensión
Escribe: Ramón Aguiló
Habrá quien vea en esa reata de acusados de corrupción a quienes se está juzgando en el caso Maquillaje -Munar, Nadal y compañía- el paradigma de la etapa más tenebrosa de la política mallorquina. Será útil recordar que sus fechorías eran coetáneas de otros personajes de la infamia que se abatió con tanto éxito sobre la isla: Matas y su gobierno.
La rapiña sistemática de fondos públicos ejecutada bajo su dirección es este cadáver insepulto que ofrece a los forenses de la justicia las claras heridas del latrocinio. Pero, por muy culpables que puedan ser, debemos preguntarnos por qué tan pocos pudieron hacer tanto daño.
Por qué UM, el partido menos votado de Mallorca, tuvo en sus manos el Consell Insular de Mallorca, Emaya, la presidencia del Parlament. Ahora, mientras les están juzgando, aquellos que con este partido corrupto pactaron a sabiendas y encumbraron para obtener poder, PP y PSOE, se colocan de perfil, como si nada tuvieran que ver. Ni el PP, cuyos consellers avalaron con sus votos -con total impunidad- la malversación de Can Domenge, ni el PSOE de Antich y Armengol a los cuales Oliver, ese socialista con arrepentimiento sobrevenido por el temor a la cárcel, iba relatando, según su propio cante, cada paso que daba en la ciénaga. Sólo ellos se hunden. Sus hacedores sacan pecho y como si nada, bregando por las poltronas.
Que la portavoz del PSOE, Pilar Costa, señale, en función de la violencia desatada contra Bauzá, que la mayoría absoluta del PP no se corresponde con la mayoría social, es de una irresponsabilidad tan desbordada que, a la par que echa gasolina al fuego de los violentos, ilustra la indigencia y el naufragio ideológico del PSOE
Mientras que los restos de uno de los partidos que se reclaman del nacionalismo -esa ideología reaccionaria- se acusan unos a otros en el juzgado en una deplorable escenificación de las miserias y mezquindades de la conducta humana, haciendo compatible llamarse nacionalista con ser un
canalla -Doctor Johnson-, los que no dudarían en calificarles como falsos nacionalistas, en relación con la vitola de nacionalismo auténtico con la que se adornan, han decidido pasar a la acción.
No son precisamente los afectados por los recortes en sanidad y educación que impulsa Bauzá. No, para ellos eso no afecta a sus emociones de tal manera que pueda traducirse en violencia.
Es la lengua.
Los tímidos pasos de Bauzá para posibilitar que una parte de la población pueda hacer uso de la libertad de escoger, como lengua vehicular en la educación de sus hijos, la lengua del Estado, es una afrenta que para ellos sí justifica la violencia. Si las urnas contradicen el alma de la nación -qué será esa nación-, al demonio con las urnas.
Podrán pensar que no, pero esto es fascismo. Podrán militar o no en el PSM, pero esto es fascismo. Podrán militar o no en ERC, pero esto es fascismo.
Recordemos que Xavier Maqueda, senador del PNV, en su salutación en el congreso del PSM del año 2006, proclamó: "Quien no se sienta nacionalista y no quiera lo suyo no tiene derecho a vivir". Siguió el aplauso cerrado de los presentes. De tales polvos tales lodos. Que la portavoz del PSOE, Pilar Costa, señale, en función de la violencia desatada contra Bauzá, que la mayoría absoluta del PP no se corresponde con la mayoría social, es de una irresponsabilidad tan desbordada que, a la par que echa gasolina al fuego de los violentos, ilustra la indigencia y el naufragio ideológico del PSOE. Que Armengol contraponga la violencia física con una supuesta violencia legal del PP, no significa otra cosa que la equipara y la justifica. Muy grave. Han enloquecido.
La tensión en la sociedad y el encono entre los partidos por la estrategia de salida de la crisis va acumulando energía en el muelle de la resiliencia social. Si en otros momentos la energía puede disiparse por la existencia de una alternativa, el absoluto fracaso de los socialistas en el gobierno ha dejado al país sin esperanzas.
No puede entenderse que, con casi el 25% de la población activa y el 50% de los jóvenes en paro, no se haya producido un estallido social si no es por un profundo desánimo y pesimismo entre todas las capas de la sociedad.
Se sobrevive con el amparo y la solidaridad familiar.
Incluso el movimiento del 15M, aunque apoyado por una mayoría de ciudadanos, languidece en sus expresiones públicas por la imposibilidad, intrínseca a su propia naturaleza, de transformar el sistema partitocrático que nos tiene atados de pies y manos.
El PP ha denegado la comparecencia parlamentaria de Rato, Blesa, Olivas y Ordóñez para dar explicaciones por la crisis de Bankia. Se vale del argumento de que el PSOE se opuso a la comparecencia de Hernández Moltó en el caso de la quiebra de la CCM. Rajoy afirmó en Chicago que basta con la presencia del ministro de Economía y del subgobernador del Banco de España en una subcomisión a puerta cerrada. Lo que podrían decir podría incomodar a las cúpulas. Quien haya podido ver en los noticiarios o en las buenas películas como Tempestad sobre Washington, la comparecencia de los gobernantes o los magnates ante las comisiones del senado o del congreso americano, o la de Murdoch ante el parlamento británico, tendrá una irrefrenable envidia por las democracias anglosajonas.
En todo sistema político, también entre las democracias, se van generando tensiones que son fruto inevitable de la acción de gobierno. Pero lo que caracteriza a las verdaderas, además de la auténtica división de poderes que aquí no existe más que en la retórica, es la elucidación de las responsabilidades que, cuando menos, sirve de válvula de escape de la tensión acumulada.
Aquí no disponemos de esas válvulas democráticas y la tensión va en aumento. En la calle general Riera, un ciudadano optimista, sin duda abrumado por los escándalos y por los privilegios de los que se dicen nuestros representantes en todas las esferas del poder, abrumado por el fracaso y el bloqueo del sistema político, sin duda un hombre ilustrado, decidió izar en el porche deteriorado de su vivienda unifamiliar una bandera republicana. Al poco tiempo, la negra cancela que da acceso a su propiedad ofrece a los paseantes la visión de los impactos de pintura blanca que otro intolerante de otro nacionalismo, otro fascista, le ha arrojado. Pero la bandera sigue allí expuesta, esperando.
Diario de Mallorca