Era previsible que el ex primer ministro islandés Geir Haarde fuera absuelto por llevar a la bancarrota a su país con el colapso bancario de 2008. No obstante, se le ha condenado por negligencia, aunque no cumplirá cárcel porque, si metiéramos a todos los desprolijos en prisión, se colapsarían las penitenciarías. Mucho más grave es que Rodríguez Zapatero, Rubalcaba y Elena Salgado nos hayan ocultado un déficit dos puntos y medio por debajo del 8.5%, como nos acaba de confirmar la Unión Europea. Decir mentiras constituye el único arte de la capacidad mediocre y el refugio de los hombres viles. Toda violación de la verdad no es solamente una especie de suicidio del embustero, sino una puñalada en la salud de la sociedad humana. Elena Valenciano (esa Rubalcabita), que se ha hecho rica pese a ser intelectualmente minusválida, incita al pueblo a que se arroje a la calle por los recortes del Gobierno, ocultando los desastres de la anterior Administración y negando la herencia heredada. Para Víctor Hugo, Satanás tiene como seudónimo la mentira y no hay cosa que más envilezca al hombre que la falacia, vicio feo, vicio vil, vicio abominable, vicio de los esclavos, de los espías y de los infames. González nos dio una socialdemocracia descafeinada. Zapatero encabezó el malhalado progresismo, y lo que ha quedado del PSOE no es un partido político sino una partida de embusteros del Estado despreciando el bien común. Mienten en lo de Obrero, Socialista y hasta en lo de lo Español. Son una fábrica de poder. Haarde se equivocó, pero no les leyó cuentos rúnicos a los islandeses. Pero es inconcebible que se pueda mentir recalcitrantemente sobre el déficit de una nación. A eso los socialistas siempre le han llamado contabilidad creativa.
La Razón