viernes, 25 de mayo de 2012

Más de lo mismo, por Ramón Aguiló Obrador

Artículo publicado en Mariano Digital  (29 de marzo 2012), que me gustaría recuperar en este Ibiza Digital. La respuesta de Ramón Aguiló Obrador fue publicada en El Mundo. No he encontrado el artículo de Isidor Marí, si alguien lo tiene me gustaría leerlo y en su caso reproducirlo.  


Isidor Marí presidente de la Sección Filológica del IEC, uno de los “sumos sacerdotes de la religión catalanista”
EL PASADO miércoles veintiuno, Isidor Marí, presidente de la Sección Filológica del Institut d’Estudis Catalans publicaba en el periódico Última Hora un artículo con un provocador título que resumía a la perfección dónde nos encontramos ahora en la cuestión lingüística: I el castellà com a requisit, no és un obstacle?
Dada la buena acogida que ha tenido dicho artículo y que se trata aquí, nada más y nada menos, de la mayor autoridad filológica, administrativamente hablando, que posee el catalanismo oficial, me gustaría comentar algunos puntos cruciales que trata el señor Marí y poder aclarar así, de una vez por todas, de
qué va todo esto.
La primera queja, como era de esperar, va dirigida al gobierno, que se ha atrevido a eliminar como
requisito una de las lenguas oficiales, justamente el catalán, la «llengua pròpia i patrimonial de les Illes Balears». Empezamos mal; eso de que exista una lengua propia de las islas es una falacia nacionalista con ningún fundamento filológico, es una mera estrategia para discriminar la lengua impropia y no-patrimonial que hablan todos los habitantes de la isla, el castellano.
Al calificar algo como propio, como la lengua o la raza, creamos automáticamente la frontera, el barco de rejilla.
Que todavía estemos ocupándonos de estas nociones decimonónicas con una cierta pretensión científica es algo que hace sonrojar a cualquier filólogo extranjero y demuestra el atraso ideológico y conceptual en el que nos encontramos.
Seguidamente, Marí pretende ser irónico y nos advierte de que «el fet de mantenir el requisit de coneixement del castellà introdueix una desigualtat flagrant entre les llengües oficials». ¿Perdón? ¿El castellano como requisito? ¿Desde cuándo se pide el nivel C de castellano para presentarse a unas oposiciones? ¿Me he perdido algo? ¿Desde cuándo ha montado la Real Academia de la Lengua o el Instituto Cervantes un chiringuito con sus correspondientes cursos, seminarios, certificados etc.., para que los habitantes de esta tierra demuestren que saben hablar en una de las lenguas en las que han sido criados y educados?
 Hasta ahora, eran los señores del catalán los que nos hacían pasar por ese aberrante y vergonzoso trance, el de tener que demostrar mediante un examen oral y escrito que sí que somos válidos, que sí que hablamos y escribimos correctamente una de nuestras lenguas oficiales.
Mayor demagogia, aún viniendo de un eminente filólogo, es difícil de lograr.
El colmo lo alcanza Marí cuando insta al gobierno a ser consecuente si quiere premiar la excelencia sobre la lengua y a acatar el principio europeo de libre circulación de profesionales, pues «molts europeus altament qualificats… es veuen exclosos de l’accés a la funció pública pel fet de no conèxier el castellà».
Ahí va eso.
Puro cinismo.
Que aquellos que han puesto la zancadilla del catalán para que nadie de fuera se atreva si quiera a oler nuestra Función Pública nos den lecciones de libre circulación de profesionales es tomarnos por imbéciles.
Si el concurso de oposiciones tiene lugar en las dos lenguas oficiales, ¿qué impide a un francés, alemán, inglés a presentarse a tal concurso?
¿Que el castellano es para ello un requisito? ¿Y en qué idioma tienen que ser, según el señor Marí, las oposiciones en el estado español, en sueco?
Y como siempre, para rematar la faena, se nos cita a Jaume I y la «batalla de Portopí », exhortando a los gobernantes y votantes: «Vergonya Cavallers, vergonya!».
Nada mejor que acabar con una referencia histórica al guerrero patrio, a la batalla, a la sangre, al fundador de la nación, para matarlas callando.
Y pensar que quien ha dicho todas estas falacias es el sumo sacerdote de la religión catalanista es más que preocupante. Ahora bien, como suele ocurrir siempre, la huelga de hambre la hacen los otros, que ellos podrán ser cínicos, pero no tontos. Más de lo mismo
El Mundo- Baleares