martes, 23 de agosto de 2011

UPyD: "El PP no debe ser cobarde en materia de libertad lingüística"


Libertad  Lingüística
Rafel Bosch, portavoz y consejero de Educación, retrasa cualquier medida sobre la libertad de elección al curso 2013-14 · La libertad lingüística no debe supeditarse a llevarse bien con organizaciones carentes de representación democrática como la OCB o el STEI-i · Las lenguas, herramientas de comunicación y no de discriminación
Palma, 14 de agosto de 2011
Ya es costumbre que el Partido Popular recoja votos prometiendo defender la libertad de elección de lengua vehicular, y también que, después de las elecciones y con cualquier excusa, evite materializar sus compromisos e, incluso, profundice en la desigualdad. No hemos de olvidar que fueron gobiernos del PP, y no del Pacte, los que legislaron la Ley de Normalizadión Lingüística (Cañellas) y el Decreto de Mínimos (Matas).
Valiéndose del desastroso panorama económico que heredan, el consejero de Educación, Rafel Bosch, anunció que retrasará cualquier medida en relación con este tema al curso 2013-14. Primero descartó implementar la libre elección al curso que viene 2011-12 por cuestiones de calendario, fijando el curso 2012-13 para llevar a cabo la promesa. Ahora la vuelve a retrasar hasta el curso 2013-14. A este paso llegaremos al 2015 sin materializar la que ha sido una de sus grandes promesas electorales. Bosch sigue pues, de momento, el ejemplo de Núñez Feijoo en Galicia, que se valió del mismo argumento para incumplir las promesas electorales que le habían dado la mayoría absoluta.
Unión Progreso y Democracia lamenta los retrasos y silencios de Bosch, que parecen demostrar la falta de voluntad política en cumplir estas promesas y en defender la normal convivencia de dos lenguas en plena libertad. La libertad de elección no tiene por qué implicar coste añadido alguno. En los centros con más de un grupo por nivel podría adaptarse la oferta a la demanda, con una línea en cada lengua. Lo mismo podrían hacer los centros caso por caso, según las preferencias de las familias, y en todo caso, ofreciendo una red educativa bilingüe, aunque no se asegurara la libertad de elección en el 100% de los casos. Dado que la sociedad es bilingüe en todos los niveles, y las dos lenguas son parte del currículum para cualquier estudiante, la separación por grupos según la lengua vehicular no tiene las consecuencias segregadoras que vaticinan los enemigos de la libertad de elección, ya que los estudiantes deberían tener igualmente un dominio de ambas al final de la educación obligatoria. Por ejemplo, podría darse el caso de familias que eligieran la lengua vehicular que no usan en el entorno familiar, para asegurar el dominio de la otra. De hecho, la supuesta segregación es una concesión a los argumentos del nacionalismo, que precisamente quiere aislar el mundo educativo de la realidad bilingüe de la sociedad. Eso sí es verdadero segregacionismo.
La coincidencia de fechas hizo sospechar que bastó una reunión del presidente José Ramón Bauzá y de Rafel Bosch con los jerarcas de la OCB, para que se impusiesen los argumentos del nacionalismo radical y minoritario. En UPyD creemos que el PP no debe ser cobarde ni olvidarse de la mayoría absoluta que el electorado balear le dio el pasado 22 de mayo para que no necesitase pactar para cumplir sus promesas. La libertad lingüística no debe supeditarse al deseo de llevarse bien con organizaciones independentistas carentes de representación democrática como la OCB o el STEI-i.
UPyD no dejará de denunciar cualquier retraso de la verdadera normalización de las regiones bilingües, aquella que consiste en asumir el bilingüismo de la sociedad como opción personal y no como anomalía histórica. La verdadera anomalía es que en buena parte de España no se pueda estudiar en español, la lengua común de la Nación y la que compartimos con una comunidad universal de 500 millones de hablantes. PP y PSOE deben liberarse de una vez de los complejos a que los partidos nacionalistas los han sometido paulatinamente durante las últimas décadas y reconocer que las lenguas no son ni han sido nunca factores esenciales de presuntas y sacralizadas identidades colectivas, sino meras herramientas de comunicación.