DICE QUE POR CULPA DE ESPAÑA CRECE EL INDEPENDENTISMO
Pujol: “El clima de ruptura política y emocional con España va en aumento”
El ex presidente de la Generalitat de Cataluña Jordi Pujol todavía tiene mucho que decir. Retirado de la primera línea política, su actividad es frenética. Requerido desde mil y un foros, Pujol opina e imparte doctrina. Y a través del Centre d’Estudis, Jordi Pujol edita un boletín semanal en el que inserta no sólo editoriales, sino artículos diversos solicitados a expertos en cada tema. El último, publicado precisamente este miércoles, fija el posicionamiento de los nacionalistas catalanes ante las elecciones y critica con dureza la coyuntura actual de España. Tanto que advierte que “va creciendo el clima de ruptura política y emocional con España. Lo queramos o no, vivimos un momento incierto”.
Dice Pujol que “el arrinconamiento de la personalidad propia de Cataluña” a favor de la idea de una España “en todos los sentidos centralizada y orientada hacia la uniformización” crea “una grave situación de incertidumbre en la política catalana”. Añade el presidente de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) que ésta es “una situación que el President Montilla ha definido como de creciente desafección entre España y Cataluña”, de creciente tendencia a “la ruptura sentimental y política”. Y advierte: “Son sus palabras. Si es así –y realmente es así-, tiene toda la lógica que se incremente el sentimiento independentista”.
Jordi Pujol afirma que, por ello, al independentismo creciente “no se le pueden contraponer algunos argumentos que eran válidos cuando parecía que en una España democrática y respetuosa con la pluralidad, el reconocimiento nacional y político de Cataluña sería posible”. Sin embargo, duda de que el independentismo, per se, tenga viabilidad. “Ahora –dice el editorial-, el problema del independentismo será, si acaso, el de su viabilidad por razones diversas, de muchas clases, desde políticas hasta demográficas. Y esto obliga especialmente a los independentistas a tenerlo en cuenta”.
¿Y todo ello por qué? Pujol parte de la base del hecho diferencial catalán. Recuerda que hasta 1979 nadie con peso político y popular había pedido la autonomía, excepto Cataluña, el País Vasco y, muy débilmente, Galicia. Por ello, la generalización autonómica fue una decisión de las fuerzas políticas, utilizada política y electoralmente por el PSOE. “Tanto es así que algunas regiones españolas, de entrada, se negaban a constituirse en comunidades autónomas”. Pero una vez creado el Estado autonómico, surgió una idea muy negativa: “Nunca menos que ellos”. Y añade: “Ellos quería decir los catalanes. No quería decir ni los vascos ni los navarros; la obsesión es Cataluña”. Subraya también que “nunca menos en competencias y en reconocimiento, aunque en la práctica, por lo que respecta a las competencias, no siempre les interesaba que fuese así”.
Autonomía por arrastre
La segunda idea negativa fue “la autonomía por arrastre, que significa que cada vez que Cataluña consiga alguna cosa, se habrá de aplicar a todos, aunque no la hayan pedido. Y que, por tanto, el techo autonómico, o de todos, sería el que Cataluña hubiese sido capaz de conseguir. Pero, en la práctica, esto significa un freno para Cataluña, porque el común denominador autonómico será inferior al que lógicamente correspondería a una colectividad que tiene una personalidad diferenciada y con características de nación. Y con una auténtica vocación de autogobierno. La generalización del techo propio de una autonomía así se considera peligrosa”. Las reivindicaciones catalanas, “hechas desde una fuerte conciencia colectiva, una conciencia nacional”, tienen, pues, “un muy fuerte contenido político y social, con un sentido muy fuerte de la responsabilidad que esto representa de cara a los ciudadanos. No es el caso del resto de las comunidades autonómicas del Estado, siempre con la excepción vasca”.
Pujol rechaza igualmente el federalismo que opone el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC), porque “el seudofederalismo español, sobre todo tal y como se entiende en España, no tiene en cuenta los hechos diferenciales. Otra cosa sería que se aplicase el modelo federal canadiense, lo que se ha llamado federalismo asimétrico”. En otras palabras, que la vieja idea que había lanzado hace más de una década el socialista Pasqual Maragall puede ser una opción válida.
Españoles “suspicaces” como Ordóñez y Oliart
El ex presidente de la Generalitat se duele de que en España hay “una actitud general muy hostil a nuestros planteamientos. Y cada vez lo es más. Muchos españoles considerados liberales y abiertos –y que en según qué lo son-, respecto a Cataluña tienen una actitud de enorme suspicacia”. Cita, entre otros, a Fernández Ordóñez o a Alberto Oliart.
Pujol acaba llevando el agua a su molino, apuntando a la línea de flotación del Tripartito, un Gobierno con tres partidos diferentes y con estrategias muy diversas. Dice, por ejemplo, que Cataluña tiene dos urgencias. Primera, “recuperar el ritmo económico”, que “recupere la autoestima y la confianza. Que tenga una dirección política definida y eficaz, no sujeta a tensiones internas y a proyectos poco coincidentes (…) Si esta primera condición no se cumple, toda la discusión política actualmente en curso derivará hacia la fragmentación política y electoral y hacia un gran barullo”. La segunda urgencia es “el fortalecimiento interno de Cataluña”. Se queja de que “ahora mismo tenemos cortado el camino que el catalanismo había seguido durante 30 años”. Por ello, concluye que “es urgente que en el país haya una fuerza con suficiente apoyo político, social y electoral” para arreglar la situación.
El Confidencial