sábado, 4 de septiembre de 2010

Cataluña no quiere a España en las botas de David Villa pero se queda sin Sony


Es un claro ejemplo de la tontuna que le ha entrado a la clase política catalana que gobierna en la región. Dicho sea con todos mis respetos.
Tengo para mi que los diputados de la Cámara catalana llevan demasiados años empleando sus mejores recursos y capacidades (que son muchas) en alejarse de España. Y lo que están consiguiendo es torpedear su propio desarrollo económico.
Han dejado a un lado su proverbial facultad para impulsar su industria, su competencia, su investigación…, obcecados como están por proclamar al mundo la propia singularidad. ¿Complejo? ¿Frustración? ¿Falta de discurso? ¿Miedo al vacío?
Visto desde fuera, no se entiende: leyes para multar al que rotula en español; millones de euros para lograr una enseñanza en catalán que respeta al inglés pero es absolutamente excluyente hacia el castellano hablante; exámenes lingüísticos para catedráticos de universidad; se tira la casa por la ventana para lograr un Estatut con mayor autogobierno; y durante cuatro años el Parlament dedicó esfuerzos y recursos hasta prohibir las corridas de toros en la Comunidad…
Ahora, desde ámbitos nacionalistas se acaba de animar al futbolista David Villa a que prescinda de la bandera de España que el delantero lleva en sus botas desde el año 2008. Eso facilitaría, dicen, su aterrizaje en el F.C. Barcelona. Si se quiere integrar en la familia catalana, debe dar la espalda a lo español.

Todo legítimo, lícito, legal, respetable. Pero mientras tanto, la casa sin barrer.
Se acaba de saber que Cataluña ha registrado el mayor ascenso del paro en agosto en España, con 16.703 desempleados más. Supone un incremento del 3,1% respecto al mes anterior y un 7,08% en términos interanuales, lo que deja el número total de parados en esta región en 555.894 personas.
Y esta semana se ha hecho público que la multinacional japonesa Sony se marcha de Cataluña. Acaba de anunciar el cierre de su fábrica de televisores de Viladecavalls (Barcelona) en la que actualmente trabajan 1.030 personas.
Realmente, el mundo al revés.