miércoles, 6 de mayo de 2009

Los judíos invisibles de Dalt Vila


El rabino Yoel Kraus asegura que le han mostrado un mikvé de hace nueve siglos hallado en el sótano de una casa de Dalt Vila, cerca de la Plaça de Vila. Se trata de una zona de baño que se emplea en algunos rituales judíos y también como lugar de reflexión, además de para el rezo. Una sinagoga, o cualquier otro lugar de devoción, no está completo sin este elemento, asegura el rabino, aunque no es tan habitual en las casas y demuestra una presencia estable de hebreos en la isla.
No sólo eso, Kraus dice que las mismas murallas exhiben caracteres hebreos en una de sus esquinas, un graffiti secular que se descubrió en 2003, y que un isleño guarda entre sus reliquias una tora antiquísima, casi milenaria. La presencia en Eivissa del judaísmo es mucho menos evidente que en otras ciudades de la Península, donde perviven los antigos calls y juderías, pero el rabino asegura que también en Dalt Vila existió un barrio así, en el que vivieron concentrados los hebreos de la ciudad, dedicados al comercio.
Sostiene el rabino que también fue capital judío el que financió la actividad corsaria, sustento de Eivissa durante varios siglos, y apunta a que esa colonia pasó de estar muy activa a diluirse sin hacer demasiado ruido. Por eso Krauss también quiere aprovechar su estancia en la isla para buscar el rastro de esa presencia hebrea, de la que quedan muestras evidentes.
La otra parte de su labor, que ahora asume prácticamente en solitario, es reconstruir la comunidad. Los judíos tienden a aislarse en sus costumbres y este rabino pertenece a una secta mayoritaria que promulga todo lo contrario: la expansión hacia el exterior para compartir un sentimiento de comunidad global. Esto genera alguna desconfianza, confiesa, pero cree que, poco a poco, se está superando.
Kraus está orgulloso de los avances que va logrando, como la donación de la tora de la sinagona que es su casa, en Sant Llorenç. Se trata de una pieza renacentista que guardaba un templo polaco. Asegura Kraus que la sinagoga fue destruida en la II Guerra Mundial hasta los cimientos y que la tora fue hallada entre sus escombros, intacta, sesenta años después. Los textos sagrados judíos tienen la particularidad de que se escriben en tinta y a mano sobre un rollo de piel muy fina de cordero. Una falta ortográfica o un error de transcripción echa al traste todo el texto sagrado.
Diario de Ibiza