domingo, 5 de octubre de 2014

La inmersión lingüística y el pensamiento mágico, por Sonia Sierra

¿Alguien puede creer que unos alumnos que no reciben ni una hora de una lengua en Educación Infantil, tan solo dos en primaria y tres en secundaria, pueden tener mejor conocimiento de esa lengua que otros que reciben la práctica totalidad de su educación en ella? Pues, aunque parezca mentira, en Cataluña, gran parte de la población, está convencida de ello.
No se trata, por supuesto, de una creencia espontánea, sino que forma parte de un argumentario creado desde el poder y que repiten la gran mayoría de los partidos que forman parte del Parlamento catalán, desde CiU hasta la CUP. Para avalar tan peregrina afirmación recurren a supuestas pruebas objetivas como PISA o la Evaluación General de Diagnóstico, y no tienen ningún tipo de reparo en falsear la realidad para ello. Así, mientras que desde la Generalitat de Cataluña se han firmado informes y se han hecho declaraciones en los que se manifiesta que, según los resultados de PISA de 2006 y 2009, el alumnado catalán obtiene unos resultados lingüísticos superiores a la media española, en marzo de 2012, Joaquim Prats Cuevas -ex responsable del informe PISA en esta Comunidad Autónoma y ex presidente del Consejo Superior de Evaluación del Sistema Educativo de la Generalitat- reconoció ante la Comisión de
Enseñanza y Universidades del Parlamento de Cataluña que las pruebas PISA se habían realizado única y exclusivamente en catalán.
En esta misma línea, se suele aludir a la Evaluación General de Diagnóstico para reivindicar el buen nivel de español de los alumnos catalanes cuando, en realidad, como sucede con PISA, no se han realizado nunca en esta lengua. Añadir además que, aunque se hubieran hecho, tanto los exámenes de PISA como estos no evalúan los conocimientos lingüísticos sino tan solo una destreza concreta, la comprensión lectora, y la expresión escrita, con una pequeña redacción de entre 10 y 15 líneas en la que la ortografía tan solo supone un punto sobre 40. No hace falta ser especialista en lenguas para darse cuenta de que una prueba así es totalmente insuficiente para conocer el nivel lingüístico de un alumno.
También se recurre a los resultados de las pruebas de acceso a la universidad, aunque los exámenes que se realizan no son homologables. En la Comunidad de Madrid, por ejemplo, se debe realizar un análisis sintáctico completo (1,5 punto) y contestar a dos preguntas teóricas sobre literatura, una de ellas sobre una lectura obligatoria (3 puntos), mientras que en Cataluña se dan varias opciones donde los alumnos deben identificar partes de la oración simple y tipos de subordinadas (1 punto) y no hay preguntas sobre literatura más allá de una sobre alguna de las lecturas obligatorias (0,5). Los exámenes del resto de CCAA son similares al modelo madrileño.
Resulta realmente escandaloso que tanto desde la Generalitat como desde ERC, PSC, ICV-EUiA y CUP se mienta para defender un modelo lingüístico que no se aplica en ningún otro país con situaciones de bilingüismo, y que tan solo es reivindicado desde posiciones ultraconservadoras como las del Tea Party. Y es que esa es otra de las falsedades a la que se acogen para defender la inmersión, el supuesto aval de las instituciones y los estudiosos europeos. Por supuesto, nada más lejos de la realidad. Según fuentes oficiales de la Generalitat, el 55,14 de la población mayor de 15 años tiene como lengua materna el español, frente al 31,02 que tiene el catalán. Si tenemos en cuenta que la UNESCO afirma que hay más de mil estudios que avalan la importancia del aprendizaje en lengua materna -especialmente la adquisición de la lectoescritura- para el buen rendimiento escolar, resulta bastante evidente que el modelo de la mal llamada inmersión lingüística (ese 31,02 % de catalanohablantes no reciben inmersión sino educación monolingüe en su lengua materna) no puede ser beneficioso para más de la mitad de la población.
Efectivamente, si se analizan tanto los datos del informe Evaluación de las desigualdades educativas en Cataluña se llega a las mismas conclusiones que ya había llegado otro estudio de Convivencia Cívica Catalana: los alumnos castellanohablantes obtienen peores resultados académicos que los catalanoparlantes incluso cuando se distraen los datos socioeconómicos que, obviamente, son los que tienen mayor incidencia en el rendimiento escolar. Es, sin duda, muy llamativo que partidos que se autodefinen de izquierdas defiendan un modelo lingüístico pernicioso para las clases más bajas de la sociedad. Cuando se trata de la lengua en Cataluña está claro que no priman los deseos de ofrecer la mejor educación a los alumnos, ni el sistema más justo, sino de imponer una ideología, la nacionalista catalana, en esa obra de ingeniería social que ellos llaman fer país.
De esta manera, gran parte de la población catalana cree, gracias a la incansable actividad de propaganda, que el sistema de inmersión lingüística no es solo el mejor, sino, prácticamente, el único posible, avalado por unos buenos resultados inexistentes -solo hay que ver las cifran de abandono escolar temprano, una de las más altas de España- y unos argumentos que no resisten ninguna demostración práctica y que parecen propios del pensamiento mágico.