Valle de Arán, foto Juancandela vía Flickr |
Si el pueblo catalán desea ejercer en referendo su legítimo derecho democrático de autodeterminación, el aranés debe quedar al margen de esta consulta. Los araneses no deben ser convocados a participar porque Arán no es Catalunya, forma parte de la Catalunya administrativa pero es un pueblo diferente del catalán. La historia determina que Arán constituye una nación diferente de la catalana. Si los araneses participan en esa consulta para decidir el futuro político-administrativo de Catalunya, se estarán involucrando en una decisión que, legítima y democráticamente, solo compete al pueblo catalán.
Una vez el pueblo catalán haya decidido cuál debe ser el futuro de Catalunya, le corresponderá al pueblo aranés decidir, también democráticamente, qué camino debe tomar el futuro de Aran. Llegado ese momento, los araneses deben hacer uso de su derecho de autodeterminación, hoy mal llamado derecho a decidir, y ante la encrucijada planteada decidir en referendo si desea continuar junto a Catalunya o no.
Si el pueblo catalán decide en su referendo que Catalunya debe ser un Estado y consigue constituirse como tal, el aranés deberá, en mi opinión, decidir entre si desea formar parte de ese nuevo Estado catalán, como un territorio autónomo del mismo, o bien seguir formando parte del Estado español con una autonomía similar a las ciudades de Ceuta y Melilla. En ese referendo de Aran será decisiva la actitud de los dos Estados, el catalán y el español para eligir el camino por el que desean, los araneses que transite Aran en el futuro.
Es hora de que los responsables políticos araneses ejerzan como tales y no adopten la táctica de la avestruz para no molestar a sus correligionarios catalanes o españoles. Este es uno de esos momentos históricos en los que no es admisible que los políticos se presten a mirar para otro lado, haciendo dejación de sus responsabilidades hacia el pueblo que representan.
Al estar en juego la propia pervivencia del pueblo aranés es imprescindible que los partidos políticos araneses, en general y los presentes en el Conselh Generau d’Aran, en particular, aborden con honestidad y valentía esta trascendental cuestión y promuevan el debate ciudadano clarificando nítidamente qué postulados defienden y no se empeñen en intentar engañar o distraer con silencios, subterfugios o cantos de sirena al pueblo aranés que representan.
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