Hoy quedan todavía muchos restos de aquello. Como el obús descubierto el mes pasado en aguas de Sa Coma. Así es la vida: de las tragedias del pasado se hacen hoy geniales excursiones históricas. Lo primero es ir a Porto Cristo, lugar del desembarco de los milicianos anarquistas. Hoy está cargado de turistas que desconocen este pedazo de la historia tan determinante para la Guerra Civil Española y la II Guerra Mundial.
Junto a la playa pueden verse los impresionantes chalés sobre el acantilado que en realidad no son
casas: se trata del famoso parapeto de la muerte, la primera línea del frente republicano donde murieron decenas de hombres.
Si damos la espalda a la playa, las calles del pueblo son estrechas y largas, perfectas para poner barricadas con muebles y colchones como la que colocaron los nacionales en Concepció con Gual y quedó recogida en una foto.
Unos dos kilómetros más al norte, en Punta n’Amer desembarcaron los demás milicianos. La zona sigue tan virgen como entonces. Sólo hay una pequeña fábrica que sigue tal cual la abordaron los antifascistas. Más allá, en Sa Coma y Cala Millor, no se reconoce nada porque los hoteles lo han cambiado todo. Los republicanos avanzaron tierra adentro hasta Son Carrió, que sigue siendo un pequeño pueblo con su iglesia, cuya virgen no se libró de la ira anticlerical de los asaltantes.
Quizá el lugar más emblemático está un poco más al norte, en la finca Sa Torre Nova, convertida en el principal hospital de los milicianos. Allíestuvieron cinco enfermeras que no pudieron reembarcar y acabaron fusiladas por los fascistas. La finca pertenece hoy a Ana de Sagrera, historiadora de 95 años y familia del bando nacional que sigue sin entender el desenlace del desembarco de Bayo. «La última batalla, la del día 3 de septiembre, la ganaron los republicanos. Al día siguiente, inexplicablemente, se retiraron», explica. «Eran más y tenían más reservas de material, deberían haber ganado».
Ella tiene su teoría, la cual no es nueva; planea desde entonces como un rumor a falta de un documento que la pruebe: «Los italianos me contaron que habían pagado tres millones de pesetas a Indalecio Prieto para que se retirara». El financiero Juan March podría estar detrás del soborno.
Mallorca demostró ser determinante para el devenir de la guerra. Los nacionales recuperaron Ibiza y machacaron sin descanso el levante republicano, desde Gerona hasta Cartagena. Hicieron más de 3.000 bombardeos, derribaron 54 aviones y cortaron las líneas de suministro marítimo.