Aspecto que presentaban las murallas musulmanas. PAUL R. DAVIS |
(En memoria de Eduardo Posadas)
Una fábula titulada ´El campesino y sus hijos´ contaba que un agricultor, viendo que su vida se acababa llamó a sus hijos, holgazanes y amantes de las buenas juergas, y les dijo: «Hijos míos, os dejo mis tierras; un tesoro está escondido en ellas. Arad, sembrad y volver a arar y a sembrar, y ya veréis como hallaréis el tesoro». Y así lo hicieron, araron y sembraron... Y el tesoro era que estas tierras, que ya no se cultivaban, se volvieron fértiles y transformaron a los hijos holgazanes en hombres ricos por su trabajo.
Bueno, y esto, ¿a qué viene? Pues en Ibiza hay una cosa que no se ha aprovechado y, como el anciano de la fábula, aquí van mis consejos.
De todos son conocidas nuestras murallas renacentistas, levantadas en el siglo XVI y que ahora son Patrimonio de la Humanidad. Pero no todo el mundo sabe que detrás de parte de ellas hay unas
murallas árabes o medievales completamente desfasadas cuando se inventaron las armas de fuego, la artillería. Pero menos personas conocen aún que estas murallas fueron atacadas por los cristianos en 1235 con dos artefactos bélicos que, con sus proyectiles, que eran piedras de diferente peso, derribaron parte de ellas, y así, con Joan Xico a la cabeza, las huestes de Guillermo de Montgrí se apoderaron de la plaza.
El ´Llibre dels Feits´, que Jaime I escribió en lengua lemosina en 1244, nos dice que los barcos trajeron desde Salou un trabuquete y un fondíbulo, y que una vez montados el primero sirvió para lanzar piedras sobre el Castillo y el fondíbulo, que era menos potente, sobre la ciudad. Pero debió impresionar tanto el trabuquete que el lugar donde se instaló se le llamó después ´es Trabuquet´ (así me lo contó Eduardo Posadas, que tanto sabía de las murallas) y es donde se construyó la comandancia militar, hoy sede universitaria.
El trabuquete era un artefacto muy empleado para atacar los castillos en los siglos XII y XIII. En 1219 Pedro I, el padre de Jaime I, murió en Muret, cerca de Toulouse, cuando luchaba contra Simon de Montfort, que lideraba la cruzada papal contra los albigenses o cátaros. Más tarde, este Simon moriría de una pedrada lanzada por un trabuquete maniobrado por mujeres que estaba distante 100 toises (192 metros), en 1218, durante el cerco de Toulouse.
El trabuquete era una máquina de guerra muy potente y seguramente el último engendro derivado de las catapultas romanas. Tenía un sólido palo reforzado, basculante, armado en una extremidad con una gran honda, y al otro un contrapeso articulado que podía tener varios metros cúbicos de capacidad, que se rellenaba de tierra y cuya cantidad podría variar con la trayectoria o el peso del proyectil. Se utilizó como arma ofensiva lanzando grandes piedras y además para echar cadáveres putrefactos al interior de las fortalezas asediadas.
En Les Baux de Provence, en el sureste francés, situado a unos 25 o 30 kilómetros de Aviñón y a otros tantos de Arlés, de donde se extrajo la primera bauxita para la fabricación del aluminio y además país de origen de la familia Grimaldi (los príncipes de Mónaco), hay un castillo y unas murallas que arrasó Simon de Montfort durante su famosa cruzada. Hace unos años, en ese lugar había un ariete y una catapulta, reconstruidos a tamaño natural delante de las ruinas. En la recepción de un hotel en Aviñón vi un díptico informativo de Les Baux, monumento histórico nacional de Francia, donde figuraban estas armas bélicas del Medievo.
Y aquí viene mi propuesta. Tenemos murallas árabes y tenemos un trabuquete, ambos en documentos escritos del siglo XIII. En el siglo XXI tenemos en la Ronda Calvi las excavaciones que pusieron a la vista de todos las dichosas murallas árabes, con la torre albarrana y sus saeteras. Y si hubiese profundizado más la excavación, seguramente se hubiera encontrado la puerta de entrada al recinto amurallado, pues Calvi, en el dibujo que hizo de las murallas antiguas, dibujó unos caminos que se dirigían a ella. Tenemos, pues, en el siglo XXI, a pocos metros de las antiguas, las nuevas murallas, Patrimonio de la Humanidad, y debajo de estas el lugar done se colocó el trabuquete.
Creo que en pocos lugares del mundo se puede disponer de un conjunto que abarque tanta historia, una historia extraordinaria que creo que se tendría que explotar, junto con la museización que se ha hecho en el interior de los baluartes.
Tengo unos dibujos muy detallados de estos artefactos bélicos, con sus maderos, cuerdas, herrajes, poleas, hondas, etcétera. Violet-Le-Duc, un arquitecto francés, tras consultar y observar documentos, pinturas, tapices, bajorrelieves del Medievo y después de imbuirse de su espíritu, reconstruyó en el siglo XIX el techo de Nôtre Dame de París con sus impresionantes gárgolas, la Cité de Carcassone y otros lugares; él escribió una Enciclopedia Medieval donde hay infinidad de dibujos de arquitectura (30 planos de planta de catedrales góticas), herrería, carpintería, instrumentos musicales, vestidos, armas, armaduras y... artefactos bélicos. Yo poseo parte de esta enciclopedia.
El trabuquete podría ser más o menos potente y seguramente había infinidad de variantes. Inspirándose en esos dibujos de Violet-Le-Duc se podría hacer una reconstrucción como se hizo en Les Baux de Provence.
Valdría la pena que nuestras autoridades estudiasen este tema y su financiación, quizás a través de la Unesco o la Unión Europea, o de quien sea. Estoy seguro de que todos estaríamos encantados de ver, instalada en el mismo sitio, una réplica del original que 778 años antes había permitido la conquista de nuestra isla.