Uno de los asuntos más llamativos de la bronca generalizada que se le ha montado al ministro de Educación a propósito de su proyecto de Ley de Educación es que ninguno de sus críticos haya planteado la necesidad de una reforma educativa, dado el lamentable estado de la cuestión: las pruebas PIRLS y TIMSS de la Asociación Internacional de Evaluación Educativa correspondientes a 2011 sitúan a España en un lugar lamentable entre los países de la OCDE, (el 26º en Matemáticas y el 28º en comprensión lectora).
El razonable propósito de hacer que las cinco sentencias del Tribunal Supremo se cumplan y el catalán no sea la única lengua de inmersión en la enseñanza y que en
Cataluña se pueda estudiar también en la lengua oficial del Estado, que es la lengua común de los españoles ha sido objeto de ataques virulentos y de las mentiras que el nacionalismo inocula a martillazos en la cabeza y el corazón de las almas simples, Xavi Hernández, un suponer, que se teme que no le vayan a dejar hablar en catalán.
Cataluña se pueda estudiar también en la lengua oficial del Estado, que es la lengua común de los españoles ha sido objeto de ataques virulentos y de las mentiras que el nacionalismo inocula a martillazos en la cabeza y el corazón de las almas simples, Xavi Hernández, un suponer, que se teme que no le vayan a dejar hablar en catalán.
Miren atentamente la ilustración. Corresponde a una encuesta encargada y publicada por La Vanguardia el 30 de octubre de 2005. La pregunta: “¿Está usted de acuerdo en que el Estatut dé igual consideración al catalán y el castellano?” El 79,7% de los catalanes respondía que sí. Hace siete años. José Ignacio Wert es un catalán que lleva siete años de retraso en las encuestas. No hay mucho más que comentar, me parece a mí.