Por Joan Font Rosselló, publicado en El Mundo-El Día de Baleares el 6 de noviembre de 2012.
El gasto educativo en Baleares no es una inversión: es un derroche de proporciones colosales. Una inversión supone obtener un beneficio a largo plazo que supere naturalmente su coste inicial. Todos los estudios externos (OCDE, PISA, Eurostat) de la enseñanza pública en España coinciden en señalar que los resultados conseguidos no son acordes a los recursos dedicados. De hecho, el mar de fondo de la nueva ley de calidad es precisamente este grave desajuste entre los resultados obtenidos y los ingentes recursos invertidos, un desfase reconocido en las más altas instancias educativas a pesar del ruido y la furia de los sindicatos y la comunidad educativa. Contrariamente a lo que éstos postulan, el origen de los males de la enseñanza española no es su mala financiación. Al contrario, según el Eurostat, el gasto público por alumno en España se duplicó en los últimos diez años y ahora mismo es de los más elevados de toda Europa, por delante de Alemania, Francia, Finlandia, Suecia, Reino Unido u Holanda.
La opinión pública no se hace una idea, ni remota siquiera, de las proporciones del derroche educativo que suele aceptarse al perseguir una buena causa. Además, las toneladas de propaganda de los supuestos “defensores de una enseñanza pública de calidad” sepultan una realidad incómoda, dolorosa, brutal. La mitomanía ideológica es el mejor antídoto frente a la realidad. Precisamente para hacer aflorar la verdad, el Grupo de Educación de UPyD en Baleares acaba de colgar un estudio sobre el coste de una plaza escolar en la enseñanza pública no universitaria en España y en Baleares (http://npub.upyd.es/2010/11/02/estudios). El estudio se basa en “Las cifras de la educación en España. Curso 2009-2010”, el último publicado por el MEC. Las conclusiones a las que llega el autor, Julián Ruiz-Bravo, son demoledoras. Pero vayamos primero a los datos. En Baleares, hay un profesor por cada 9 alumnos en la enseñanza pública y 12,9 por profesor en la concertada-privada. En secundaria (ESO y bachillerato), concretamente, las ratios son incluso inferiores: 7,7 alumnos por profesor en la pública y 11,3 en la concertada-privada. En el conjunto de España estas ratios son ligeramente superiores.
Vayamos ahora a la inversión por alumno en Baleares, dejando al margen gastos de comedor, salidas, etc… En 2009 la inversión de la Administración balear por cada alumno de la enseñanza pública fue de 7.359 euros mientras que en la concertada sólo fue de 3.292 euros, bastante menos de la mitad. La media española se situó, respectivamente, en 6.703 y 2.998 euros. Sin embargo, si tenemos en cuenta el beneficio empresarial de los colegios concertados y las mayores cuotas que abonan éstos a la Seguridad Social por cada profesor contratado, la diferencia entre el coste de una plaza pública y concertada se ensancha. Una plaza pública sigue costando 7.359 euros anuales (del orden de un salario mínimo profesional) mientras que una plaza concertada cuesta a la Administración balear 2.813 euros (2.514 euros en España). Por su parte, el coste de una plaza privada –sin ningún aporte estatal- oscilaría entre 2.560 y 3.429 euros anuales.
Las conclusiones son harto evidentes. En Baleares, una plaza pública cuesta un 261% (2.6 veces más) más que una plaza concertada, y entre un 214% y un 287% más (entre dos y tres veces más) que una plaza privada. La pregunta que habría que hacer a los padres es de rigor.¿Usted, qué preferiría? ¿Pagar de su bolsillo 7.359 euros por llevar a su hijo a estudiar en un centro público, o 2.813 euros por llevarle a uno privado? La mayoría elegirían la segunda opción. Pues tenga usted en cuenta que actualmente está eligiendo, a la fuerza y sin saberlo, la primera opción: a usted (a todos los españoles) la plaza pública de su hijo le cuesta 7.359 euros cada año cuando podría pagar solamente 2.813 euros.
Algunos objetarán que la enseñanza pública es mucho más cara porque llega a lugares donde no llega la privada, porque atiende a más inmigrantes o porque ofrece más planes de diversificación. Todo esto es verdad pero estas causas no justifican en absoluto su desmesurado coste, máxime si consideramos los resultados que nos sitúan a la cola de España y de los países de la OCDE tanto en fracaso escolar (con una tasa del 39%, la más alta de España) como en nivel académico. El informe PISA 2009, publicado un año después, pone de manifiesto el cataclismo de la enseñanza balear. En comprensión lectora nuestros escolares sacaron 457 puntos (frente a los 481 de media española y los 493 de media de los países de la OCDE); en matemáticas sólo 464 (frente a 483 de España y 496 de la OCDE); y en ciencias sólo 461 (488 de España y 501 la OCDE). En comprensión lectora y ciencias, Baleares sólo superó a Ceuta, Melilla y Canarias. En matemáticas, superamos también a Andalucía. Sin embargo, la catástrofe de PISA 2009 cobra mayor relevancia si comparamos los resultados de la enseñanza pública con los de la concertada-privada. En comprensión lectora, los alumnos de la pública obtuvieron sólo 441 puntos frente a los 481 de la concertada-privada. En matemáticas, 450 frente a 481. En ciencias, 448 frente a 477. ¡La friolera de 30-40 puntos menos! Si alguien salvó a Baleares de los infiernos fue la enseñanza concertada y privada, casualmente donde menos invierte la Consejería de Educación.
Decía el añorado Jean-François Revel que la mentira es lo que mueve el mundo. Así es, pero en una sociedad del conocimiento como la actual, los datos, fríos y contumaces, están ahí, al alcance de cualquier ciudadano que quiera estar bien informado.
|