Luego dirán que los espanyoles son hostiles. Incluso los españoles de UPyD han tenido el buen detalle de no dejar desasistido al president Artur Mas en esta hora en la que parecen escasearle las razones y vienen en su apoyo con un argumentario solvente, que explica de manera magistral el diputado Cantó: “¿se puede saber qué han hecho los españoles por nosotros?” La última de las razones: que son parte de la UE porque son parte de un socio, que es España.
Una lumbrera llamada Ramón Tremosa, eurodiputado de CiU, ya mostró lo que podía esperarse de lo que Juliana llamaría ‘el macizo de la raza’ el día que firmó junto a Raül Romeva, la socialista y la gallega Ana Miranda una carta a la vicepresidenta de la Comisión Europea Vivianne Reding para explicarle que oyen ruidos dentro de sus cabezas, concretamente de motores de F-18 en vuelo rasante de raid aéreo contra Barcelona. La destinataria rechazó la queja, recordando a los remitentes que la Comisión no interviene en cuestiones internas de los países miembros, en este caso de españoles,
dicho sea sin ánimo de molestar. El tal Tremosa anima una web llamada Help Catalonia, en la denuncia insobornablemente la violencia española. Vean este titular: “La respuesta española: 0la de ataques del terrorismo unionista“. Y lo que sigue.
Mientras, Moi Mas habló ayer en un foro llamado Friends of Europe y allí dijo:
“In our vision for independence inclusion in the EU is an important condition. If, during the process we discover this is impossible, we will have to rethink our strategy. In any case, however, the basic point we are trying to make is that we must have the right to be consulted about our future.”
Las cosas como son y a cada cual lo suyo: Artur Mas es uno de los pocos políticos españoles capaces de expresarse en inglés con fluidez. También advirtió a su público: ”Catalunya no ha fallado nunca a Europa en toda su historia, esperemos que ahora Europa no nos falle”. Dijo ‘falle’, a ver si no se me equivocan, que el quiasmo tiene aquí mucho peligro.
También es muy reveladora la expresión que me permito traducirles: “Si durante el proceso descubrimos que (la independencia dentro de la Unión Europea) es imposible, repensaremos nuestra estrategia.”
A esto, con perdón, se le llama irresponsabilidad. Supongamos que el señor Mas tuviera voluntad de iniciar una relación de convivencia amable con la señora Charlize Theron, por poner un ejemplo de pasión perfectamente comprensible. Lo sensato sería pedir permiso antes. Dos permisos: uno a la beneficiaria para preguntar cortésmente si está por la labor. También ayudaría contar con el beneplácito de la primera titular, o, cuando menos no irritarla con tonterías extraprocesales (que no corresponden al proceso, vamos). ¿No comprende que repensar la estrategia cuando ya ha salido del domicilio conyugal de malas maneras y no ha sido admitido en la otra, no es una estrategia, sino una estupidez? Artur: hay que comprobar antes cómo está el tema. Es menos épico, pero más seguro. Quizá algo triste, sí, pero es así la vida. Vean aquí abajo el lugar en el que el estadista europeo impartió su conferencia:
No es ciertamente un marco incomparable. Quizá debería haberse hecho alguna foto en exteriores, no sé, la Grande Place, o quizá el Atomium, el Manneken Pis o Chez Léon con sus afamados mejillones, algo más en consonancia con la épica del empeño.
Los asistentes eran en parte periodistas, en parte europarlamentarios. Ni un solo dirigente europeo. También asistió el hooligan Tremosa, cuyo entusiasmo no pudo con la frialdad ambiental. La corresponsal en Bruselas del periódico sueco Svenska Dagbladet, Teresa Küchler, le recordó que probablemente otros países, además de España, vetarían su entrada y calificó a Artur Mas como ‘deshonesto intelectualmente’ por pretender preguntar a los catalanes si quieren una Cataluña independiente dentro de la UE. Esta mujer no encajaría bien en La Vanguardia, me temo.
No fue la única. El socialista escocés David Martin le recordó que “no está en sus manos” vincular en una misma pregunta la independencia de Cataluña con su permanencia en la Unión Europea y le reprochó una curiosa contradicción: “no entiendo que rechace compartir sus recursos con España, pero está dispuesto a compartirlas con el resto de miembros de la UE”.
Lo más impresionante, como justamente destaca Victoria Prego en El Mundo. Tuvo que oír preguntas “que en sí mismas son una descalificación radical de su apuesta: que si ha explicado a sus ciudadanos la verdad de lo que les está planteando”. Con todo, la peor descalificación de Mas fue la respuesta del propio Mas: “se lo explicaremos, pero dejémosles que decidan por ellos mismos”. No cabe menos.
Lo que son las cosas. Teníamos por torpe a Juanjo Ibarretxe, pero cuando el lehendakari fue a Oxford a explicar su plan se llevó a sus periodistas, su séquito de funcionarios, sus empresarios subvencionados e hispanistas con beca y les soltaba el discurso de su plan en un inglés que nadie entendía, pero todos aplaudían como leones. Toda esta pasión de Moi Mas la había vivido antes Juan Josué, que en comparación, era un estadista.