sábado, 18 de agosto de 2012

El regionalismo valencianista concuerda bien con el españolismo


Joan Fuster

Lo dijo el filólogo Jose Guinot, "el catalanismo, como cualquier mentira, es una moda que pasará, pero hay que combatirlo". Esta frase la dijo en diario de Valencia en la última entrevista que le realizaron antes de fallecer. Mi amistad con D. Jose Guinot viene de lejos y en esa misma entrevista él mismo daba cuenta de ella.

El periódico LEVANTE  (22/06/2012) publica una interesantísima y reveladora crónica de la última publicación del discípulo catalanista de Joan Fuster, Ferrán Archilés en la que se adentra en el "error de Fuster en la autopsia del nacionalismo". Ferran Archilés revisa la tesis de "Nosaltres, els valencians" y achaca la inexistencia
de un catalanismo potente al predominio de una identidad regional valencianista en sintonía con lo español. Para Archilés, la falta de un nacionalismo en Valencia no era por causas económicas sino por nuestro sentimiento regionalista partícipe de una realidad superior.

El periódico sostiene que "el historiador y discípulo fusteriano Ferran Archilés, profesor de Historia Contemporánea en la Universitat de València, enmienda al maestro y diagnostica la verdadera causa de muerte del nacionalismo valenciano en su nuevo libro Una singularitat amarga. Dice que "el País Valencià no carece de nacionalismo por su falta de modernidad como defendía Fuster, sino porque, dentro de una estructura económica y social que no podemos calificar como arcaica, ha triunfado un modelo que es la combinación de regionalismo valenciano y nacionalismo español".

Archilés reconoce el grave error del catalanismo de entender que nuestro regionalismo valencianista en consonancia con nuestra identidad española  sea tratado "como una anomalía".  Y añade que "si el pueblo valenciano se ha comportado nacionalmente en un sentido muy español es porque ha construido una identidad regional plenamente identificable con la identidad española, que es la que hace que cualquier postura nacionalista quede bloqueada", concluye. El "éxito" de esta poderosa identidad regional ha engullido el espacio donde podía surgir el nacionalismo catalanista.

Para llegar a esta conclusión de este aventajado discípulo del padre del catalanismo en Valencia, a los que sosteníamos y sostenemos que la identidad valenciana no se puede desligar de la española por cuanto los propios valencianos hemos sido durante siglo los artífices y constructores de ambas realidades, se nos ha dicho, calumniado y acusado de todo. Pero es especialmente curioso las miles de veces que se nos ha dicho que éramos unos "ignorantes". ¿Y ahora qué? Resulta que nuestra interpretación de la historia va a ser que era la correcta. ¿Quién y quiénes eran los ignorantes?

El catalanismo ha sido, es, y todavía será una estrafalaria moda de la progresía antivalenciana y antiespañola que la ha vestido creyendo de su actualidad o, a sabiendas de su impostura, como instrumento político para dividirnos y subvertir la legalidad. Pero  pasará el tiempo y lo que parece progre se volverá estrafalario, y de estrafalario a ridículo y de ridículo a sólo un triste recuerdo de la capacidad de autonegación y autodestrucción que a veces tiene la política.