Tenemos en Ibiza un partido político único en su especie: no son ellos. Los de ERC decidieron a la vista de todos decir que son otros y pedir que todos les voten con el simple argumento de que ellos no son ni de izquierda ni de derecha. Pedir el voto a derecha e izquierda por no ser ni una ni otra, está al nivel del eslogan desesperado de aquél candidato de Mingote: ´¡Vote a Gundisalvo. A usted qué más le da, hombre!´ Sucede que las urnas son adversas para estas caras conocidas cuando piden el voto como nacionalismo radical, quizás su única idea, pero fija, y prueban con el cambio de siglas, disfraz de moda en la política balear para tapar vergüenzas. Las de la ex-UM ya se conocen, las de ex-ERC son que sola no toca poder. Aunque sí retiene los cargos logrados en coalición a costa de sus exaliados comunistas, los verdaderos inventores del cambio de siglas, que en ellos es hábito, y que ahora soportan improperios del jefe de los que no son ellos, que les robó la cartera antes de declararlos réprobos.
Es un éxito paradójico de los comunistas, cuyas últimas siglas ignoro: enseñaron tan bien su método de usar y tirar compañeros de viaje, que el alumno superó al maestro y los dejó tirados a ellos. Estos partidos que aducen no ser derecha ni izquierda para que todos les voten anuncian una superación de las ideologías que huele sospechosamente a déjà vu. Es el fantasma de la tecnocracia que se reaparece: prescindid de la rémora de las divergencias políticas, que yo sé lo que os conviene y os lo daré si me cedéis el poder. Otro político listo bautizó al fantasma como ´crepúsculo de las ideologías´ durante el franquismo: Gonzalo Fernández de la Mora halló la cuadratura del círculo de la política en evitar la pérdida de energías de las luchas partidistas mediante la superación de las ideologías, para que nos dedicáramos a lo que él consideraba bueno para todos, pero sin preguntarnos a nadie.
El problema de estos partidos es que la gente de carne y hueso somos de izquierdas y de derechas, cada cual a su aire, y muchos pasan de un lado a otro según su libre albedrío, en perjuicio del interés de partidos que quieren hurtarnos el debate y tenernos atados. Lo de la ideología de la no ideología no coló ni en la dictadura, que hasta en las dictaduras el ser humano posee lo que De la Mora y unos nacionalistas iluminados consideran perniciosa manía de pensar de los demás.
Este partido ya se ha peleado, en contradicción con lo que afirma de sí mismo, con la izquierda a la que se alió en las últimas elecciones, a la que vitupera e injuria, y con la derecha, a la que acusa de pobreza nacionalcatalanista. No es misterioso que la desideologización le haya durado lo que tardó en ver el momento, que tontos no son, de ser primeros en coaligarse al partido más rico en votos de la izquierda a la que dicen renunciar. Que la falta de clientela la han de suplir con la ajena: de ir solos nada, que las urnas los condenan a la soledad de las tinieblas exteriores. A lo que no renuncia este partido es a aprovechar votos de quien toque y a camuflar su ideología, conocida y excluida de las preferencias de los votantes, en la apariencia de falta de ideología. Lo misterioso es que gente tan lista quiera que creamos que no son quienes evidentemente son y que no piensan lo que toda la vida dijeron pensar. Mal debe imaginarse ante las urnas el PSOE que acoge a estos tránsfugas de las siglas para no preferir ir solo que en semejante compañía. Si luego le responden como a sus excamaradas de la última coalición, no podrá darse por desavisado.
Diario de Ibiza