Grupo Mariano Digital
miércoles, 27 de octubre de 2010
Más allá del bla, bla, bla..., por Antonio Alemany
PROFESIONALMENTE, nada me irrita más que nos utilicen, a periódicos y
periodistas, para escenificar espacios virtuales sin sentido o con un
sentido absolutamente estúpido, mientras renunciamos a ejercer la
inteligencia y, lo que es peor, a ejercer el análisis interpretativo
de las profundas corrientes de fondo que subyacen tras los hechos. Ya
sé que, por desgracia, los media hemos renunciado a sugerir al público
el «qué pensar» que sustituimos por el «sobre qué pensar», que no es
lo mismo. Lo primero es un inteligente ejercicio analítico, lo
segundo, miserable manipulación basada en la reiteración pervertidora
de la realidad. El poder de los medios de comunicación no está en la
opinión, sino en la información o, para ser más exactos, en la
información manipulada. Ni yo ni ningún columnista tenemos un «poder»
comparable al del más mindundi de los redactores. Sólo convencemos a
los convencidos, limitándonos a reafimarlos en sus creencias. El que
tiene capacidad de decidir lo que se publica o no se publica y cómo se
publica, éste es el que tiene verdadero poder.
Pedro Serra que, periodísticamente hablando, es un semianalfabeto,
funcional al menos, ha intuido muy claro la naturaleza del poder de la
prensa: chantaje, reiteración de la descalificación, rendición del
focalizado, subvención al canto. Lo tremendo no es esa obviedad que
todos conocemos y padecemos, sino que el Diario de Mallorca se apunte
a la técnica y a la táctica. O que periodistas libres de toda
sospecha, junto a políticos más analfabetos aún que Serra, se presten
a esta virtualización absurda y deshonesta de nuestra vida política. Y
así nos divertimos con esta solemne bobada del «regionalismo» elevado
a categoría de label político, a las luchas «baroniales» -otra
estupidez- del PP, a las influencias malignas de Carlos Delgado sobre
Bauzá, a la hipotética «desafección» de la part forana o al «cántico
de las sensibilidades», un nuevo concepto político acuñado por los
sensibles del PP cuya «sensibilidad» se eriza ante la posibilidad del
perder poltrona o expectativas de poseerla.
Lo que ocurre en el PP balear es bastante más importante, serio e
interesante que todas estas chorradas y blas, blas, blas de la mafia
periodística serrana. Lo que se está substanciando, es, por una parte,
un necesario proceso de circulación de las elites (renunciemos a la
consideración de los partidos españoles como partidos de democracia
interna) en el sentido paretiano del concepto. Si el partido no es
orgánico y funcionalmente «democrático» que, por lo menos, exista una
movilidad y una permeabilidad en sus clases dirigentes. Esto es lo que
está protagonizando Bauzá, aparentemente suaviter in modo (parece una
ursulina) pero fortiter in re (se comporta con mano de hierro). Y no
va a pasar nada, absolutamente nada, entre otras razones, porque el
destinatario final de todo este proceso, el que va a juzgar, no es una
generación de políticos súper amortizados -algunos, tal vez
injustamente amortizados- sino el electorado del PP.
El otro escenario que se está substanciando en el proceso
reconvertidor del PP es, tal vez, más importante que el anterior: el
fin de la infeudación de un partido y, a su través, de un Govern, en
las garras de Serra. Por vez primera, hay un factor cualitativo en la
cúpula dirigente del PP que no había existido hasta ahora: Carlos
Delgado. Su importancia no radica en que abandere la recuperación de
las libertades vulneradas por el catalanismo y por el PSOE, sino que
representa la recuperación de la decencia del gobernante que triunfa
sobre el mal. Esto no había ocurrido nunca, con la excepción de Ramón
Aguiló desasistido y traicionado por los suyos. Gabriel Cañellas se
sometió a Serra, Jaume Matas se sometió a Serra, Francesc Antich se
sometió a Serra, el PSM, ecolós y comunistas se han sometido a Serra y
Maria Antònia Munar y UM no es que se sometieran a Serra es que no se
sabe dónde comienza Munar y UM y dónde acaba Serra.
Delgado obtiene tres grandes victorias: A) Lanza un misil contra la
más sensible línea de flotación del Viejo Pernasco -la pela- evitando
la gran corrupción y enriquecimiento injusto con el intento frustrado
de Son Massot. Y lanza el misil en presencia y en contra de Matas,
Munar y el propio Pernasco. B)Soporta estoicamente una feroz campaña
mediática, se enfrenta a la misma y no cede al chantaje ni al
sometimiento: le bastaba aceptar las publicidad sugerida por Serra
para engrosar el ejército de sometidos vergonzantes y vergonzosos. No
lo hizo. Y C) El coraje mostrado ante el chantaje se transforma en
rédito electoral: gana las elecciones por mayoría absoluta en Calvià.
Es decir, Delgado destruye el mito de la omnipotencia de Pernasco,
demuestra que se puede ser decente e independiente y confirma que el
terror que padecen todos los políticos sin excepción es trasunto de su
pequeñez moral y de su escaso coraje.
Estos dos escenarios sommersos - sumergidos- del PP balear van a
condicionar, no ya el futuro de este partido, sino el futuro de
nuestras Islas. Por un lado, la imprescindible y radical renovación de
las cúpulas dirigentes, ignorando patums y falsos prestigios
alimentados por la prensa de Serra y el DM era una tarea pendiente,
tal vez dolorosa, pero inaplazable. Por otra parte, la batalla de
Serra y el DM es más difícil y, por ello mismo, más importante. No se
trata de ir «en contra» de Serra o del DM, sino de no acabar en sus
fauces. Los partidos y las instituciones se deben a los ciudadanos, no
a los medios de comunicación ni a los corleones de turno. Esto es lo
importante: el resto chascarrillos y bla, bla, bla manipulador.
El Mundo Baleares