El Muy Presuntamente Honorable José Montilla ya está en disposición de parafrasear la célebre sentencia del general Narváez, aquélla que pronunció en el lecho de muerte ante el cura que iba a administrarle la extremaunción. Como es fama, cuando el sacerdote dio en rogarle que perdonase a sus enemigos, el moribundo le espetó, sin inmutarse lo más mínimo: “Me es imposible hacerlo, padre, porque los he fusilado a todos”. Y es que ante idéntica papeleta crepuscular, a Montilla, personaje del que salvo de aburrimiento no consta que haya matado a nadie, le bastaría con modificar algo la frase del espadón, añadiendo un lacónico “No hace falta, mossèn: los he comprado a todos”.
El clamoroso silencio de los corderos de la prensa doméstica ante la última fechoría liberticida de la Banda del Tinell, ese inminente cierre gubernativo de la Cadena Cope en las provincias de Lérida y Gerona, no podría comprenderse sin acusar recibo de evidencia tan obscena como ésa. Así, si el lector se pregunta cómo es posible que una pandilla de viejos estalinistas y terroristas sin arrepentir acabe con la libertad de expresión en un triste rincón de la Unión Europea, al tiempo que ni una sola voz se levanta en su contra, sepa que la explicación es simple; tan simple es que cabe resumirla en una cifra: 17.631.657 de euros anuales, o lo que viene siendo lo mismo, una interminable lluvia fina de tres mil millones de pesetas cada doce meses.
Ni un euro más ni una indignidad menos. A precio de mercado, exactamente eso es lo que vale el honor perdido de la profesión periodística catalana en pleno. Pues, justamente, ésa es la dotación anual del fondo de reptiles con que el tripartito soborna a El Periódico de Catalunya (208 millones de pesetas de subvención directa sólo en 2007), el Avui (535.000 euros), La Vanguardia Ex-española (674.000 euros) y el anoréxico cuadernillo regional de El País (339.000 euros), entre otras docenas de obedientes terminales mediáticas del poder local. Un deporte autóctono, el de la compra al por mayor de editores, directores, columnistas y simples plumillas, cuya práctica extiende la Generalidad más allá incluso de sus fronteras administrativas. Sépase a ese respecto que la campaña del diario Ultima Hora contra Pedro Jota en represalia por denunciar la corrupción urbanística en Baleares, fue sufragada con los 49.000 euros que el Gobierno catalán decidió regalar a la empresa de su editor, el cacique mallorquín Pedro Serra.
“¿Indeciso? Escucha la Cope cada mañana”, rezaban cientos de carteles y vallas electorales del PSC en las últimas generales. “Hasta que, en nombre de Cataluña, el pluralismo y la libertad, te lo prohibamos para siempre”, les faltó advertir.
LIbertad Digital
Entrada recuperada de MD, 10 nov 2008
El clamoroso silencio de los corderos de la prensa doméstica ante la última fechoría liberticida de la Banda del Tinell, ese inminente cierre gubernativo de la Cadena Cope en las provincias de Lérida y Gerona, no podría comprenderse sin acusar recibo de evidencia tan obscena como ésa. Así, si el lector se pregunta cómo es posible que una pandilla de viejos estalinistas y terroristas sin arrepentir acabe con la libertad de expresión en un triste rincón de la Unión Europea, al tiempo que ni una sola voz se levanta en su contra, sepa que la explicación es simple; tan simple es que cabe resumirla en una cifra: 17.631.657 de euros anuales, o lo que viene siendo lo mismo, una interminable lluvia fina de tres mil millones de pesetas cada doce meses.
Ni un euro más ni una indignidad menos. A precio de mercado, exactamente eso es lo que vale el honor perdido de la profesión periodística catalana en pleno. Pues, justamente, ésa es la dotación anual del fondo de reptiles con que el tripartito soborna a El Periódico de Catalunya (208 millones de pesetas de subvención directa sólo en 2007), el Avui (535.000 euros), La Vanguardia Ex-española (674.000 euros) y el anoréxico cuadernillo regional de El País (339.000 euros), entre otras docenas de obedientes terminales mediáticas del poder local. Un deporte autóctono, el de la compra al por mayor de editores, directores, columnistas y simples plumillas, cuya práctica extiende la Generalidad más allá incluso de sus fronteras administrativas. Sépase a ese respecto que la campaña del diario Ultima Hora contra Pedro Jota en represalia por denunciar la corrupción urbanística en Baleares, fue sufragada con los 49.000 euros que el Gobierno catalán decidió regalar a la empresa de su editor, el cacique mallorquín Pedro Serra.
“¿Indeciso? Escucha la Cope cada mañana”, rezaban cientos de carteles y vallas electorales del PSC en las últimas generales. “Hasta que, en nombre de Cataluña, el pluralismo y la libertad, te lo prohibamos para siempre”, les faltó advertir.
LIbertad Digital
Entrada recuperada de MD, 10 nov 2008