sábado, 2 de enero de 2010

El imperialismo catalán también pudre la situación en Ibiza

‘Veles blanques que arriben’ por David Guerrero es un sensato artículo que se publica hoy en Diario de Ibiza. Quienes desde 1972 luchamos para que se respetara y se pudiera estudiar en catalán, no trabajamos para se prohibiera el castellano. Me siento estafado por los radicales catalanistas. Una minoría fanatizada está pudriendo una situación que era armónica en Ibiza. Ni el PP ni el PSOE han sabido dar respuesta a la presión nacionalista.
Los ibicencos tenemos que reaccionar contundentemente. Con nuestro voto.

Leo en Diario de Ibiza una carta firmada por Marià Serra, en representación de l´Institut d´Estudis Eivisencs, en la que dice, entre otras cosas que «el nostre Estatut d´Antonomía assenyala que la llengua catalana és la lengua pròpia de les Illes Balears» o que «una cosa senzilla i lògica com aquesta no necesita manifestacions extemporànies ni discussions estèrils». No veré yo en estos textos un sesgo exclusivista o xenófobo, pero, por si alguno tiene la tentación, deseo echar mi cuarto a espadas.
Si hemos de recurrir a los textos, vengan en buena hora. En el Estatut se lee: «La llengua catalana, pròpia de les Illes Balears, tendrà, juntament amb la castellana, el carácter d´idioma oficial» y «ningú no podrà esser discriminat per causa de l´dioma». Sí, cierto. Pero, ¿puede un chaval estudiar hoy en estas islas en la otra lengua oficial? ¿Me indica, señor Marià Serra, algún colegio en cualquiera de las cuatro islas donde eso sea posible?
Yo he ido a oficinas de la Administración donde, hablando en castellano, se me ha contestado, a la trágala, exclusivamente en catalán. La mayoría de los rótulos públicos están sólo en catalán. Incluso, para mayor inri, no pocos están en varios idiomas, salvo en el foraster.
No se trata de preferencias. En Baleares, ambas lenguas están en igualdad de valores y de derechos. Lo que no se puede hacer es imponer a una sobre otra, ni, menos aún, excluir a latigazos, por la mera razón de la fuerza, a la lengua que es propia de todo el país, y por ende, propia de las Islas. La Constitución es un punto cero, a partir del cual no vale recurrir a Felipe V ni a Franco. No es hora de revanchas ni de hurgar en viejas heridas. El pasado de confrontación lo olvidamos, por consenso mayoritario, todos los españoles. Y nos comprometimos a recorrer juntos un camino de futuro.
Si ahora tenemos un Estatut, que «assenyala que la llengua catalana és la llengua pròpia de les Illes Balears», «juntament amb la castellana», es gracias a la Constitución Española, que fue aceptada por mayoría de los pueblos de España. El referéndum fue libre. No queda, pues, opción a exclusivas, ni a patentes de corso, ni a reivindicaciones trasnochadas.
He estado una semana en Ibiza, muy a gusto. Mi cuarta visita. Escribiré unos reportajes. En las anteriores los escribí y ya han sido radiados. Cito algunos párrafos de mi cosecha, para dejar patente mi aprecio por la Isla Blanca. Ibiza es múltiple. Hay una infinidad de Ibizas: la púnica, la romana, la bizantina, la árabe, la catalana, la hippy, la turística… La Ibiza de los ibicencos. La Ibiza de los artistas. La Ibiza que todos llevan dentro para llevársela afuera, a su casa o a su país. Ibiza infinita. Infinitas Ibizas.
Ibiza es un tiempo muy hondo en el tiempo y un presente de vanguardia. Ibiza es la emprendada cartaginesa y las joyas de diseño. La gonella y la prenda Adlib. Ses feixes y el hotel de postín. Sa Llarga y la macrodiscoteca.
Salvo lances aislados, quitadas algunas guerras de mentirijillas, Ibiza no ha sido escenario de grandes batallas. No opuso nunca resistencia a sus invasores. ¿Para qué? Como siempre fueron tan pocos para defenderse, valió más dejarse ocupar… La sutil diplomacia atávica de conquistar al conquistador. Dejar pasar a cuantos llegaban, y luego fagocitarlos, hacerlos ibicencos. Ha visto llegar a muchos, quedarse a bastantes y marcharse a no pocos.
Ibiza, siempre Ibiza, ella misma.
En las otras islas hubo honderos que cerraron costas y puertas a pedradas. Y puede que aún los haya. No, por favor, en Ibiza.
Ibiza es tierra de gentes, tierra de lenguas: fenicio, cartaginés, latín, árabe, catalán, castellano, francés, inglés, alemán, sueco, finlandés… Todos los idiomas. Todos sirvieron de enlace. Ninguno, de frontera.
Ibiza y Formentera son un pequeño reino de tolerancia y convivencia. Todos vinieron. Todos están. Todos viven y conviven. El pueblo ibicenco no para mientes en los recién llegados, porque mañana llegarán otros, y otros… Desde los tiempos de los que ya no tenemos memoria, hasta la invasión hippy, la miríada de turistas heliólatras y la colonización de la jet set. Ibiza llena. Ibiza acapara. Ibiza se deja amar.
He visto con agrado cómo en Eivissa ciudad existen dos calles paralelas: la de Castilla y la de Catalunya. Paralelas, no divergentes. He visto cómo en Santa Eulària los rótulos del nomenclátor urbano están en castellano y en catalán. Ibiza reedita el viejo mito de la Arcadia feliz. Esa es la Ibiza que me gusta, la Ibiza pequeña, que nunca fue pequeña, porque aquí hallaron casa todos los que vinieron.
Ibiza polícroma, polífona, políglota; la Ibiza cosmopolita. La Ibiza del `Uc´ y la Ibiza de `Ku´. La Ibiza de Isidor Macabich: «Veles blanques que arriben o se´n van mar endins».

Entrada recuperada de MD, 15 de dic. 2008