Ya tenemos la primera gran medida del Govern para atajar la crisis. El nombramiento de la ibicenca Fanny Tur -sí, aquella que se decía alejada de la política- como directora en Baleares del Institut Ramón Llull. Algún suspicaz habrá que piense que es un retiro dorado o un incentivo para desactivarla políticamente y controlar su silencio en asuntos controvertidos como la ampliación del puerto, por ejemplo. ¡Mardito parné!, que cantaría Estrellita Castro, cautivada por lo reluciente, como las urracas.
Este nuevo Institut, responsabilidad directa del independentista catalán Josep Lluís Carod Rovira (aquí y en la China Popular), tiene como objeto, entre otras cosas, la «divulgación de la lengua y cultura catalanas». Lo de la lengua lo tengo clarísimo. Lo de la cultura, desconozco si se refiere a las sardanas, a las comisiones ilegales del 3 por ciento voceadas por Maragall en su Parlament o si en nada y menos tendremos apagones y socavones en Vara de Rey. Otro organismo que forma parte de esa infinita maraña de entidades partidistas que deben subvencionarse con dinero público al no tener aceptación ninguna entre la ciudadanos, y que da cobijo a todo aquel que pretenda vivir del negocio de la lengua y del nacionalismo.
Lo de els països catalans, ya saben ustedes, otra mano invisible que serpentea en el bolsillo del contribuyente. Y es que el ultranacionalismo catalanista no entiende de crisis. Sigue lucrándose cuando en Ibiza, aunque nadie hable de ello, se prevé un éxodo de no menos de 20.000 personas cuando se acaben las ayudas, las prestaciones sociales y la inercia de las obras empezadas; cuando se demuestra que la hostelería es incapaz de absorber ese capital humano; cuando se demuestra que el propinar puntapiés a clubbers y discotecas no es un buen negocio sin antes ofrecer otra alternativa; cuando se demuestra que el turismo de la isla no viene a comer orelletes; cuando se demuestra que el modelo económico anterior es opinable, pero es demencial desecharlo sin haber trazado otro patrón económico solvente; cuando uno parece vivir en una espiral permanente de depuradoras, comandancias, Eivissas-Centre o autovías sin resolver; cuando parece que hemos suplantado a Bill Murray en `el día de la marmota´ por la incapacidad de nuestros dirigentes para zanjar temas; cuando la imagen que proyecta don Xicu es la de un sujeto vestido de blanco impecable, con zapatos bicolor, corbata ancha y corta estampada, sombrero canotier en la izquierda y bastón en la derecha, cantando sotto voce por el Consell el clásico de Luís Aguilé «es una lata el trabajar». Pues a pesar de todo eso, seguimos sufragando en las islas el catalanismo ultramontano.
Le parece a uno que de esta última legislatura progresista podría decirse lo mismo que del galeno de la comedia del genial Miguel Mihura (autor castellanoparlante, brillante y no financiado con dinero del pueblo pagano. A pesar de todo ello, todavía puede encontrarse en las librerías): «Es un médico buenísimo y de toda mi confianza. Cuando se murió mi marido fue él quien lo curó». Muchas palabras para llegar al butacón y pocos hechos. Como siempre.
Recuperado de marianodigital.es, 8 de octubre, 2008.