Los unos excavaban con permisos del Estado más o menos válidos y los otros a hurtadillas y por su cuenta, pero, debemos aclarar que tanto los oficiales como los clandestinos fueron todos ellos una banda de saqueadores, explotadores y ladrones de sepulturas de la necrópolis (...)» Estas frases salen de una obra de María José Almagro Corbea, que fue directora del Museo del Puig des Molins en los años sesenta: ´Corpus de las terracotas de Ibiza´ (Departamento de Prehistoria de la Universidad Complutense, Madrid 1980, tomo XVIII con 348 páginas y 215 láminas). Es un libro interesantísimo, pues así nos enteramos de que de las 768 terracotas catalogadas, solamente hay en Ibiza 313, en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid se conservan 162 y en el de Barcelona, 167.
También es interesante saber cómo estas dos importantes colecciones de los museos de Madrid y Barcelona fueron a parar allí.
Uno de los excavadores que formó tal vez la mejor colección particular fue don Antonio Vives y Escudero, de origen mallorquín, que llegó a ser catedrático de Numismática de la Universidad de Madrid, que excavó durante largos años con permiso oficial y en franca controversia y largos pleitos con don Carlos Román Ferrer, que era director del Museo Arqueológico de Ibiza. Todos los objetos encontrados los guardó en su casa, siendo años después adquiridos a su familia por el Estado, que había pagado también su descubrimiento. Entre las piezas compradas figuraba la ´Dama de Ibiza´ (M. 36170), que hemos podido ver últimamente en televisión a raíz de la reapertura, después de una magnífica remodelación, del Museo Arqueológico Nacional de Madrid.
Pero si mucho habría que decir de esta colección, pasaremos a la de Barcelona, que también, por su singular adquisición, es digna de mencionar. En este caso me viene a la memoria la cómica película ´Con faldas y a lo loco´, donde Jack Lemmon responde al sorprendido Tony Curtis: «Nadie es perfecto». Y esto le va como un guante a don José Costa Picarol, ibicenco de nacimiento, establecido en Palma, anticuario, dibujante, caricaturista y propietario de la galería de arte Galería Costa, donde yo compré, de segunda mano, un libro de un auto de fe de 1692 en Palma, donde 98 conversos abandonaron su vida terrenal. En esa galería muchos pintores ibicencos y de otros lares –la mayoría de gran valía, como Santiago Rusiñol, Casas, Ferrer Guasch, Tur de Montis, etc.– expusieron sus obras. Picarol era un hombre con grandes inquietudes artísticas y culturales, lo que motivó que en su caserón de Dalt Vila, cerca de la catedral, donde nació y vivió, el Ayuntamiento de Ibiza colocase una placa en la fachada y que tenga calles con su nombre en San Antonio, Ibiza, Palma, etc.
Pero también es lamentable –y aquí repito el antedicho «nadie es perfecto»– que Picarol pagara durante años a varios excavadores clandestinos para que exploraran sin respeto los yacimientos ibicencos. Así llegó a reunir un rico y numeroso lote de objetos que en el año 1914 expuso en el Palacio de Bellas Artes de Barcelona, como buen negociante, con fines lucrativos. Afortunadamente, su colección fue adquirida en su totalidad por la Junta de Museos de aquella ciudad y forma el grueso
núcleo de los materiales arqueológicos ebusitanos. Entre ellos se halla la ´Dama d´Eivissa´ (B. 8538), hermana gemela de la de Madrid, hechas con el mismo molde, pero con pequeñas diferencias; son de cuerpo entero, muy adornadas de cabeza a los pies, típicamente ibicencas, miden 47 centímetros y representarían a Tanit. Ambas son muy diferentes del busto que todos conocemos (PM. 1796), este de influencia siciliana.
He escrito varias veces sobre la singular adquisición de la colección Picarol, que entonces no nombré. He escrito al Consell Insular y, por falta de respuesta, me dirigí a una abogada ibicenca, que consultó además con otro letrado barcelonés y me aconsejó abandonar... Pero es un caso flagrante de receptación (compra de objetos robados), y creo que si las autoridades ibicencas y todos los que tengan algo que decir se mojasen, se podría recuperar parte del expolio que la arqueología ebusitana ha soportado.
Ahora bien, han pasado cien años, que son muchos. En esa época numerosos museos del mundo se llenaron en condiciones que, actualmente, no se darían con tanta facilidad.
Por otro lado la cultura tiene que ser universal y es muy deseable que la mayoría de la gente que visita los museos pueda disfrutar de su contenido. Es por eso que yo no sería partidario de que la colección Picarol fuese devuelta en su totalidad, pues estoy seguro e que así podrían admirarla más personas que si estuviese en Ibiza. Pero, por otro lado, creo que algunas piezas principales (entre ellas, naturalmente, la ´Dama d´Eivissa´) nos podrían ser restituidas, o bien cedidas en depósito o haciendo unas copias de las originales, que actualmente se pueden hacer con una calidad extraordinaria.
Confío en que esta vez este artículo llegue a buen puerto y podamos admirar, por fin en Ibiza, esta terracota excepcional.