Por Pío Moa
Alejandro Lerroux escribió dos libros de memorias. A uno de ellos, centrado en la II República, lo tituló, acertadamente, La pequeña historia, porque no exponía análisis generales sino más bien asuntos personales y secundarios, aunque siempre interesantes.
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Cabe hablar de Gran Historia, que gira en torno a fuerzas impersonales, y de Pequeña Historia, en la que la anécdota personal pasa a primer plano. La segunda es más popular, porque a la gente suele aburrirle las exposiciones algo abstractas. Un ejemplo lo ofrecerían el asesinato de los hermanos Badia y sus consecuencias.
En El derrumbe de la República y la Guerra Civil escribí:
Los hermanos Badia, Josep y Miquel, pertenecían al ala ultraseparatista del
nacionalismo catalán (Estat Català), y en su muerte todo apunta a la intervención del presidente de la Generalidad, Lluís Companys, que de antiguo tenía contactos con pistoleros anarquistas. Companys y su entorno manipularon a la opinión achacando la autoría a la Falange, y rentabilizaron el crimen denunciando la ineptitud de las fuerzas de seguridad, cuyo control asumió el poder central tras la intentona de octubre del 34, y exigiendo su vuelta a la Generalitat. El juez encargado del caso descubrió a los autores, terroristas de la FAI, pero fue relevado oportunamente por otro que soltó a los detenidos tras dar crédito a sus endebles coartadas. Por entonces, aún más que ahora, la independencia judicial había finado. Pero los nacionalistas ultras, o menos ultras, no se llamaron a engaño, y el crimen redundó en tres hechos políticos: la separación y refundación de Estat Català, antes integrado en la Esquerra, el asesinato de un travesti o cliente de travestis, soplón del espionaje de la Generalitat, y, sobre todo, un complot para asesinar a Companys y sus consejeros, según unas versiones, o para secuestrarlo y exiliarlo, según otras.
Los hechos pueden explicarse suficientemente, para la Gran Historia, apuntando al choque entre distintas políticas. Estat Català quería imponer la secesión de Cataluña y aplastar a la anarquista CNT-FAI. Miquel Badia, despreciando a Companys por blando, se jactaba de que, si le dejaran hacer a él y a los suyos, harían "desaparecer a esa gente [los jefes anarquistas] en quince días". En cambio, Companys prefería entenderse con la CNT, porque siempre había tenido lazos con ella y porque la encontraba demasiado fuerte. Además, en la rebelión de octubre del 34 había comprobado la flojera de los ultraseparatistas (y de los demás nacionalistas, incluido él mismo), por lo que entendía que el choque sangriento con la CNT, pretendido por los Badia, sería suicida. Por otra parte, el golpe de octubre del 34 en Barcelona había resultado tan ridículo que, para recobrar la popularidad, el sector de Companys desplegó una intensa propaganda para endilgar los errores y torpezas a Dencàs y a Miquel Badia, lo cual extremó las tensiones (en junio del 36 tuvo lugar en elParlament una discusión entre Companys y Dencàs muy reveladora de los hechos, así como del carácter de los dos personajes y de los diputados de la Esquerra, empeñados en silenciar las verdades del barquero expuestas por el acosado Dencàs. He citado extensamente aquel virulento diálogo en Los orígenes de la Guerra Civil). Companys volvió de la cárcel convertido en un héroe, en "la encarnación de Cataluña", y en ese contexto entran bastante bien el doble asesinato, la refundación de Estat Català al margen de la Esquerra y otras venganzas.
Al reanudarse la guerra, en julio del 36, las tensiones entre nacionalistas se hicieron aún más feroces. Companys entró en alianza con la CNT, pues no le quedaba otra si quería conservar algo de poder. No era una alianza amistosa, pues Companys intrigaba con los comunistas para, en el momento adecuado, deshacerse de los ácratas. En cambio, los ultraseparatistas pretendían liquidar de una vez a la CNT-FAI e imponer la secesión de Cataluña, buscando el reconocimiento de Francia, Inglaterra y la Alemania nazi (el componente racista en el nacionalismo catalán siempre fue muy fuerte). Al efecto elaboraron, hacia octubre-noviembre, un plan: sus milicias descenderían desde los Pirineos mientras, en Barcelona, fuerzas adictas secuestraban o liquidaban el gobierno de Companys. En el complot participaban, entre otros, el presidente del Parlament, Joan Casanovas, que presuntamente debía sustituir a Companys, y el comisario de Orden Público, Andreu Reverter o Revertés. Así, los hermanos Badia quedarían vengados y la política catalana reorientada. Pero, quizá por indiscreciones o jactancias de los conspiradores, o bien por disputas en torno al botín de los saqueos –frecuentes por aquellos días–, la CNT detuvo a Reverter, el cual, para salvarse, confesó los planes en marcha, exculpándose, o bien amenazó a Companys con descubrir negocios sucios suyos.
El complot, en todo caso, salió a la luz. A Reverter se le ofreció la excarcelación y la huida a Francia, pero al salir libre unos agentes de Companys, encargados de conducirle al exilio, le mataron en una cuneta. Casanovas y otros más tuvieron que pasar apresuradamente los Pirineos, y la Generalitat aprobó aquella justicia. Así naufragó una conspiración que pudo cambiar la política de entonces.
Veamos ahora la Pequeña Historia, que ha explicado el historiador Enrique Ucelay da Cal (aquí me guío por el amplio resumen de su trabajo hecho por José García Domínguez), y que contribuye de modo importante a explicar el asunto. Miquel Badia, conocido en medios nacionalistas por Capità Collons (Capitán Cojones), había tenido relaciones íntimas con una moza de las juventudes nacionalistas, Carme Ballester, casada con otro miembro del partido. También requirió a la chica Companys, ya cincuentón pero en mejor posición política, y la convirtió en su amante. En una ocasión, ella y el president fueron sorprendidos en pleno acto sexual en un despacho de la sede de las Juventudes. Los celos entre los dos políticos se hicieron muy agudos, al punto de que Companys obligó a Carme a jurarle fidelidad sobre el lecho que había pertenecido a Francesc Macià, ceremonia bautizada por eltodo Barcelona como "la misa negra en la cama de Macià". No eran solo políticas, por tanto, las diferencias entre Companys y Miquel Badía, causantes de la eliminación de este y de su hermano.
Carme adquirió extraordinaria influencia política a través de Companys, su amante y, desde octubre del 36, marido. Ella detestaba a Casanovas –que también tenía una vida sentimental complicada, con una cabaretera del Paralelo–, aversión que pudo haber influido en la radicalización política de este a partir de la inquina creada entre él y Companys; en cambio, era muy amiga del matrimonio Reverter o Revertés, el cual la había protegido en su casa cuando los sucesos de octubre del 34. Carme convenció a Companys de que nombrase a Reverter comisario de Orden Público, un cargo de máxima importancia, aunque la CNT seguía controlándolo en gran medida.
La carrera de este hombre tiene interés. Considerado un alcahuete de políticos, a quienes proporcionaba chicas jóvenes –incluso posiblemente a su propia esposa–, había entrado en el círculo íntimo de Companys. Reverter utilizó su puesto, según diversos indicios, para participar en la exportación de metales preciosos saqueados en domicilios particulares y bancos y para pedir comisiones sobre tráfico de armas, y esa habría sido la razón o el pretexto de su detención por los anarquistas. Sigue siendo oscura la razón de su entrada en la conspiración contra Companys, que le había elevado a una posición tan significada. Quizá le indujera a ello la rivalidad con los anarquistas, o el simple afán de conseguir más dinero; incluso puede que pensara en la posibilidad de ocupar el puesto de Companys. Este, en todo caso, tras haberle encumbrado no sólo le hundió, sino que, con la mayor probabilidad, hizo que le engañaran con la promesa de la huida a Francia y le asesinaran. Reverter, en España o en Francia, sabía demasiado y podía hacer mucho daño a su ex protector.
Sobre el asesinato de los hermanos Badia, fuentes nacionalistas habrían destacado un improbable desacuerdo ético de Companys con los métodos drásticos (palizas, torturas, algunas muertes) empleados por Miquel cuando había estado al cargo de la policía. Otro nacionalista, Josep Andreu Abelló, explicó que Badia había querido entregarle un informe comprometedor sobre diversos dirigentes de la Esquerra, pero que no había podido hacerlo porque el día de la cita para la entrega coincidió con el de su asesinato.
Este Andreu Abelló tiene también una historia llamativa. Cofundador de la Esquerra, al final de la guerra civil se exilió en Méjico, donde, con Prieto y algún otro, manejaba los inmensos fondos robados y trasladados allí en el yate Vita. Años después apareció por Tánger convertido en banquero, volvió a España sin problemas y entró en la Banca Catalana de Pujol. Durante la transición dejó la Esquerra para cofundar el PSC-Congrès, grupo que influiría en el giro nacionalista del socialismo en Cataluña, siempre en pugna con las bases de izquierda no nacionalistas, a las que lograría controlar.
Companys es hoy el héroe por excelencia del nacionalismo catalán, enaltecido en mil publicaciones, y su nombre titula estadios y centros oficiales diversos. No cabe duda de que esta historia sobrepasa la novela negra más elaborada, y debería dar pie a nuevas investigaciones para aclarar los puntos todavía oscuros. He propuesto varias veces que personas bien documentadas deberían escribir una colección de semblanzas verídicas de personajes del nacionalismo catalán.
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En El derrumbe de la República y la Guerra Civil escribí:
En marzo [es una evidente errata] los anarquistas asesinaron a los hermanos Badia, uno de los cuales tan relevante papel había tenido en la rebelión de 1934. Se intentó atribuir el atentado a la Falange, y losburgueses de izquierda no lograban disimular su despecho. Miquel Badia había declarado a La Ciutat el 25 de octubre anterior: "Si hubiéramos triunfado, nuestra República [catalana] habría dado el máximo de libertades sindicales. Habría tomado la forma socialista, reformista o comunista, siguiendo el desarrollo de las masas. Todo por la liberación de Cataluña, incluso el comunismo, según dijo Macià en Perpiñán, en 1923". Su entierro fue una enorme manifestación política de los nacionalistas, no estaba claro si contra la Falange o contra la FAI.
Por entonces yo no conocía ciertos datos del asunto, publicados más tarde.Los hermanos Badia, Josep y Miquel, pertenecían al ala ultraseparatista del
nacionalismo catalán (Estat Català), y en su muerte todo apunta a la intervención del presidente de la Generalidad, Lluís Companys, que de antiguo tenía contactos con pistoleros anarquistas. Companys y su entorno manipularon a la opinión achacando la autoría a la Falange, y rentabilizaron el crimen denunciando la ineptitud de las fuerzas de seguridad, cuyo control asumió el poder central tras la intentona de octubre del 34, y exigiendo su vuelta a la Generalitat. El juez encargado del caso descubrió a los autores, terroristas de la FAI, pero fue relevado oportunamente por otro que soltó a los detenidos tras dar crédito a sus endebles coartadas. Por entonces, aún más que ahora, la independencia judicial había finado. Pero los nacionalistas ultras, o menos ultras, no se llamaron a engaño, y el crimen redundó en tres hechos políticos: la separación y refundación de Estat Català, antes integrado en la Esquerra, el asesinato de un travesti o cliente de travestis, soplón del espionaje de la Generalitat, y, sobre todo, un complot para asesinar a Companys y sus consejeros, según unas versiones, o para secuestrarlo y exiliarlo, según otras.
Los hechos pueden explicarse suficientemente, para la Gran Historia, apuntando al choque entre distintas políticas. Estat Català quería imponer la secesión de Cataluña y aplastar a la anarquista CNT-FAI. Miquel Badia, despreciando a Companys por blando, se jactaba de que, si le dejaran hacer a él y a los suyos, harían "desaparecer a esa gente [los jefes anarquistas] en quince días". En cambio, Companys prefería entenderse con la CNT, porque siempre había tenido lazos con ella y porque la encontraba demasiado fuerte. Además, en la rebelión de octubre del 34 había comprobado la flojera de los ultraseparatistas (y de los demás nacionalistas, incluido él mismo), por lo que entendía que el choque sangriento con la CNT, pretendido por los Badia, sería suicida. Por otra parte, el golpe de octubre del 34 en Barcelona había resultado tan ridículo que, para recobrar la popularidad, el sector de Companys desplegó una intensa propaganda para endilgar los errores y torpezas a Dencàs y a Miquel Badia, lo cual extremó las tensiones (en junio del 36 tuvo lugar en elParlament una discusión entre Companys y Dencàs muy reveladora de los hechos, así como del carácter de los dos personajes y de los diputados de la Esquerra, empeñados en silenciar las verdades del barquero expuestas por el acosado Dencàs. He citado extensamente aquel virulento diálogo en Los orígenes de la Guerra Civil). Companys volvió de la cárcel convertido en un héroe, en "la encarnación de Cataluña", y en ese contexto entran bastante bien el doble asesinato, la refundación de Estat Català al margen de la Esquerra y otras venganzas.
Al reanudarse la guerra, en julio del 36, las tensiones entre nacionalistas se hicieron aún más feroces. Companys entró en alianza con la CNT, pues no le quedaba otra si quería conservar algo de poder. No era una alianza amistosa, pues Companys intrigaba con los comunistas para, en el momento adecuado, deshacerse de los ácratas. En cambio, los ultraseparatistas pretendían liquidar de una vez a la CNT-FAI e imponer la secesión de Cataluña, buscando el reconocimiento de Francia, Inglaterra y la Alemania nazi (el componente racista en el nacionalismo catalán siempre fue muy fuerte). Al efecto elaboraron, hacia octubre-noviembre, un plan: sus milicias descenderían desde los Pirineos mientras, en Barcelona, fuerzas adictas secuestraban o liquidaban el gobierno de Companys. En el complot participaban, entre otros, el presidente del Parlament, Joan Casanovas, que presuntamente debía sustituir a Companys, y el comisario de Orden Público, Andreu Reverter o Revertés. Así, los hermanos Badia quedarían vengados y la política catalana reorientada. Pero, quizá por indiscreciones o jactancias de los conspiradores, o bien por disputas en torno al botín de los saqueos –frecuentes por aquellos días–, la CNT detuvo a Reverter, el cual, para salvarse, confesó los planes en marcha, exculpándose, o bien amenazó a Companys con descubrir negocios sucios suyos.
El complot, en todo caso, salió a la luz. A Reverter se le ofreció la excarcelación y la huida a Francia, pero al salir libre unos agentes de Companys, encargados de conducirle al exilio, le mataron en una cuneta. Casanovas y otros más tuvieron que pasar apresuradamente los Pirineos, y la Generalitat aprobó aquella justicia. Así naufragó una conspiración que pudo cambiar la política de entonces.
Veamos ahora la Pequeña Historia, que ha explicado el historiador Enrique Ucelay da Cal (aquí me guío por el amplio resumen de su trabajo hecho por José García Domínguez), y que contribuye de modo importante a explicar el asunto. Miquel Badia, conocido en medios nacionalistas por Capità Collons (Capitán Cojones), había tenido relaciones íntimas con una moza de las juventudes nacionalistas, Carme Ballester, casada con otro miembro del partido. También requirió a la chica Companys, ya cincuentón pero en mejor posición política, y la convirtió en su amante. En una ocasión, ella y el president fueron sorprendidos en pleno acto sexual en un despacho de la sede de las Juventudes. Los celos entre los dos políticos se hicieron muy agudos, al punto de que Companys obligó a Carme a jurarle fidelidad sobre el lecho que había pertenecido a Francesc Macià, ceremonia bautizada por eltodo Barcelona como "la misa negra en la cama de Macià". No eran solo políticas, por tanto, las diferencias entre Companys y Miquel Badía, causantes de la eliminación de este y de su hermano.
Carme adquirió extraordinaria influencia política a través de Companys, su amante y, desde octubre del 36, marido. Ella detestaba a Casanovas –que también tenía una vida sentimental complicada, con una cabaretera del Paralelo–, aversión que pudo haber influido en la radicalización política de este a partir de la inquina creada entre él y Companys; en cambio, era muy amiga del matrimonio Reverter o Revertés, el cual la había protegido en su casa cuando los sucesos de octubre del 34. Carme convenció a Companys de que nombrase a Reverter comisario de Orden Público, un cargo de máxima importancia, aunque la CNT seguía controlándolo en gran medida.
La carrera de este hombre tiene interés. Considerado un alcahuete de políticos, a quienes proporcionaba chicas jóvenes –incluso posiblemente a su propia esposa–, había entrado en el círculo íntimo de Companys. Reverter utilizó su puesto, según diversos indicios, para participar en la exportación de metales preciosos saqueados en domicilios particulares y bancos y para pedir comisiones sobre tráfico de armas, y esa habría sido la razón o el pretexto de su detención por los anarquistas. Sigue siendo oscura la razón de su entrada en la conspiración contra Companys, que le había elevado a una posición tan significada. Quizá le indujera a ello la rivalidad con los anarquistas, o el simple afán de conseguir más dinero; incluso puede que pensara en la posibilidad de ocupar el puesto de Companys. Este, en todo caso, tras haberle encumbrado no sólo le hundió, sino que, con la mayor probabilidad, hizo que le engañaran con la promesa de la huida a Francia y le asesinaran. Reverter, en España o en Francia, sabía demasiado y podía hacer mucho daño a su ex protector.
Sobre el asesinato de los hermanos Badia, fuentes nacionalistas habrían destacado un improbable desacuerdo ético de Companys con los métodos drásticos (palizas, torturas, algunas muertes) empleados por Miquel cuando había estado al cargo de la policía. Otro nacionalista, Josep Andreu Abelló, explicó que Badia había querido entregarle un informe comprometedor sobre diversos dirigentes de la Esquerra, pero que no había podido hacerlo porque el día de la cita para la entrega coincidió con el de su asesinato.
Este Andreu Abelló tiene también una historia llamativa. Cofundador de la Esquerra, al final de la guerra civil se exilió en Méjico, donde, con Prieto y algún otro, manejaba los inmensos fondos robados y trasladados allí en el yate Vita. Años después apareció por Tánger convertido en banquero, volvió a España sin problemas y entró en la Banca Catalana de Pujol. Durante la transición dejó la Esquerra para cofundar el PSC-Congrès, grupo que influiría en el giro nacionalista del socialismo en Cataluña, siempre en pugna con las bases de izquierda no nacionalistas, a las que lograría controlar.
Companys es hoy el héroe por excelencia del nacionalismo catalán, enaltecido en mil publicaciones, y su nombre titula estadios y centros oficiales diversos. No cabe duda de que esta historia sobrepasa la novela negra más elaborada, y debería dar pie a nuevas investigaciones para aclarar los puntos todavía oscuros. He propuesto varias veces que personas bien documentadas deberían escribir una colección de semblanzas verídicas de personajes del nacionalismo catalán.
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