Bartolomé Escandell, por Vicente Valero
Los libros de Bartolomé Escandell nos recuerdan que la historia de Ibiza fue, al menos durante los cinco siglos que duró su dependencia del Arzobispado de Tarragona -es decir, el periodo estudiado por él-, un páramo de desdichas, pobreza, marginación y analfabetismo.
Ningún tiempo pasado fue mejor para los ibicencos, aunque algunos se empeñen aún en soñar lo contrario.
Entre los muchos papeles que, como investigador, rescató del olvido, se encuentra el caso del religioso –seguramente ibicenco- Honorat Joan. Este buen hombre, harto de ver el estado miserable de la isla y la nula reacción de su señor feudal, decidió escribir al Rey de España para que interviniera.
El Rey intervino: escribió al Arzobispo de Tarragona para que pusiera solución a los males que azotaban a Ibiza –males provocados por la desidia del Arzobispado-.
El resultado de estas peticiones no pudo ser más patético: el Arzobispo excomulgó a Honorat Joan y aquí se acabó el asunto. Creo que a Escandell le gustaba especialmente esta anécdota porque demostraba hasta qué punto la verdad no siempre es bien recibida, resulta molesta y acaba siendo silenciada por los poderosos.
Diario de Ibiza
Foto Moisés Copa, DI
