viernes, 3 de febrero de 2012

Philippe Starck: "Yo no trabajo, soy un soñador profesional"

02.02.2012MADRIDL. Junco.


El artista es el creador de los ambientes de los hoteles, restaurantes y tiendas de referencia de todo el mundo.
Nunca eligió el diseño, sino que "fue el diseño el que me escogió". Philippe Starck (París, 1949) pasó su infancia bajo la mesa de dibujo de su padre, un famoso ingeniero aeronáutico, creador de los aviones Starck durante las dos grandes guerras mundiales. Probablemente, "fue a través de él que me contagié de esta enfermedad que se llama creatividad y, seguramente, gracias a él he entendido que el rigor es imprescindible si alguien quiere lograr algo", dice el diseñador.
Starck, además del referente en elementos de decoración interior, es el creador de los ambientes más de moda de hoteles, restaurantes, bares y tiendas alrededor de todo el mundo. En España, sus obras más recientes son la decoración de los restaurantes Ramses y Teatriz de Madrid y la expansión de Port Adriano, en Mallorca, además de su cameo con el aceite de oliva nacional LA Organic, cuyo envase tiene el sello de Starck.

Hoy es mundialmente reconocido, pero Starck asegura que tuvo problemas para encajar con la sociedad: "Me sentía transparente, siempre escondiéndome en los bosques. Creo que, a través de la creación de objetos, la gente puede verme mejor. Pero si hubiera tenido la oportunidad de elegir, hubiera sido algo distinto a un creador de objetos de regalo en Navidad. Me hubiera encantado ser un científico o un compositor. Hubiera elegido algo que encaje en la gran historia de nuestra evolución". Y es que la evolución de la especie humana es algo que le viene a la cabeza continuamente. Es su fuente de inspiración. "Ahora somos súper monos; mañana, en otros cuatro mil millones de años, explotaremos cuando lo haga el sol. Esta historia increíble es suficientemente rica para darme todo tipo de fuentes de inspiración".
De entre las numerosas obras que ha realizado, la más difícil para Starck es, según dice, "merecer existir" y aún no está seguro de que haya salido exitoso. "Para expresar una idea, hace falta un discurso político, un artículo periodístico, pero con el débil significado de la expresión que supone el diseño es una letra por cada creación, con lo que cuesta escribir una frase. Siempre he visto el diseño como una herramienta política, a través de la cual expreso ideas como Diseño democrático, Democracia ecológica y más recientemente, Arquitectura democrática". Pero, ¿qué significa? "Para mí, todo trabajo supone una oportunidad de servir a mi comunidad, a mi sociedad y a mi civilización. Cuanto más servicio doy, más orgullo tengo de mi existencia. Quizás, cuando muera, piense que a lo mejor he hecho algo útil".
Starck defiende un discurso en el que define el diseño como algo que tiene que ser "honesto y objetivo. El diseño es un servicio a la persona que debe usar el objeto o el sitio. Hoy, afrontando los enormes retos de toda índole, políticos, religiosos, ecológicos, económicos... el diseño tiene que ser, definitivamente, ecológico. El diseño por el diseño está obsoleto. En el largo plazo, con el proceso de desmaterialización, el diseño debe desaparecer y el nuevo diseñador debe ser entrenador (coach) o terapeuta estético".
Según explica, nunca ha estado interesado en fábricas, piedras o diseño interior en general. Lo que a él le interesa no es la estética en si misma, sino "el efecto que los lugares deben tener sobre la gente. Trabajo como un director de cine, intentando crear un escenario donde una persona pueda ser más brillante e inteligente. Si me preguntas qué es lo esencial en una casa, te digo que amor y fuego".
Influencia
El beneficio para la vida de la persona que vivirá ese lugar o con el producto que he creado es siempre su guía en la elaboración de diseños. "Este tipo de beneficio se basa en poesía, visión, creatividad, honestidad, ternura, pero también funciones como peso, coste, sexo y ecología. Esta forma de trabajar es la correcta continuación del funcionalismo de los años treinta, pero si en esa década los diseñadores estaban jugando con cinco parámetros después de Sigmund Freud y Lacan, ahora sabemos que jugamos con más de una veintena".
Se remonta a los años treinta como unos de los más influyentes, pero ahora el influenciador es él. "Verdaderamente me marca que la gente reconozca mi trabajo. En todo caso, estos días, las prioridades han cambiado en todo el mundo. Y lo que realmente me gustaría es que gente útil como un científico se convirtiera en inspiración de todo el mundo".
Aunque no le guste, es un referente, y un referente del mundo del lujo. "Lujo es una palabra que odio. Prefiero hablar de calidad y honestidad. Solía ver a Steve jobs a menudo durante muchos años y un día, después de recuperarse de una fuerte crisis le pregunté cuál sería su última palabra. Su respuesta fue honestidad. Y es verdad". Cuando crea, dice que no piensa en lujo: "Sólo pienso en nosotros y en el objetivo. La materialidad es sólo una herramienta para alcanzar un objetivo".
Ha trabajado por todo el mundo, desde Dubai hasta China, pero no cree en las fronteras ni en los países. "Un país es ahora una suma de diferentes tribus que existen en todas las regiones y tienen valores en común más que con gente de la misma tribu pero en otro país. Yo a mi tribu la llamo la Smart tribe y existe en todos los países. Ahora bien, me siento más afín a la cultura latina donde la pasión se mantiene como un gran valor".

Pero, si tuviera que elegir un lugar sería "cualquier otro lado". "Yo no trabajo, soy un soñador profesional. Con mi mujer Jasmine tratamos de vivir en cualquier otro lado, lejos de las ciudades y de los coches que restan humanidad. Por eso, intento pasar el máximo tiempo posible cerca del agua, en la laguna veneciana o en nuestra granja de ostras del oeste de Francia para estar lejos del pensamiento general y permanecer fresco".

Foto Jean Brice Lemal
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