lunes, 12 de julio de 2010

Estas cosas subvencionamos en Ibiza

 Así no, por Rafael Vargas

El lema de la manifestación sindical en Vara de Rey (´¡Así no!´) resultó premonitorio: 60 asistentes, contados cargos sindicales, responsables de partidos, diputados, concejales y consellers presentes. Hay que preguntarse en qué mundo viven unos sindicatos que no convocan ni a sus liberados sindicales. En el mundo real no viven: 8.076 pitiusos en paro ignoraron su convocatoria.

Ante más banderolas que manifestantes, el secretario general de UGT en las Pitiusas, Diego Ruiz, pensó informar en asambleas a quienes no le siguen a las manifestaciones «para que sepan que es mejor que pierdan el salario de un día haciendo huelga [el 29 de septiembre, fecha de la convocatoria de paro general] que someterse a la rebaja de derechos que supone el decreto del Gobierno». Lo que el periodista llama caritativamente «escasa repercusión de la convocatoria» pudo afectar a la lógica del secretario, pues hay un non sequitur evidente en su argumento: de perder los trabajadores un día de salario no se sigue que el Gobierno retire su decreto, salvo en la mente del señor Ruiz.

Los trabajadores saben sin necesidad de asambleas que por un día de huelga se pierde bastante más del salario de un día cuando le suman los complementos que lo convierten en un día muy largo. Y saben que Ruiz y los suyos no arriesgan ni día de salario ni puesto de trabajo, protegidos como están por una legislación que los blinda de todo a cargo del presupuesto. Los sindicatos buscan el norte y el poder de convocatoria: hechos al despacho, a no acudir a un puesto de trabajo con horario y a la compraventa de favores políticos y subvenciones, los mandamases de hoy están a años luz de aquellos líderes sindicales curtidos en el tajo, la ilegalidad y la enemiga del poder. Su insostenible posición los lleva luego a hiperactuar y declarar que ´rompen relaciones con el poder´: rabieta infantil hipócrita, porque no rompen la cadena de subvenciones y prebendas con que ese poder les tiene pillados.

En la plaza de al lado, la del Parque, más decadencia a la sombra del poder en la fiesta del orgullo gay. Aquí el periodista no pudo estar caritativo: «Desolador panorama de una pista de baile desierta». Pagados como los sindicatos («las instituciones nos dan casi todo lo que pedimos»), José Agulla, del ´orgullo gay´, ha olvidado el concepto de voluntario y presume de que los voluntarios de la fiesta gay «no cobraron ni un euro».

Hay homosexuales, antes injustamente denigrados, humillados y perseguidos, que se apegan al poder y su dinero. También en su fiesta, si a un desierto se le llama así, destacan los cargos políticos. La edil vilera de Políticas de Igualdad, Mariví Mengual, y el director insular de Participación Ciudadana del Consell, Paco Chamizo, denuncian en el acto una confabulación del Vaticano en los foros internacionales para que no deje de aplicarse la pena de muerte a lesbianas, gays, bisexuales y trans. Y otra de Esperanza Aguirre contra la salud pública, que potencia la pandemia de sida en la Comunidad de Madrid. Más brillantes ideas de la fiesta del orgullo: la reapertura de los afters de la isla «sin exclusión», aunque las urgencias hospitalarias por drogas cayeron un 40 por ciento con solo cerrarlos. Estas cosas subvencionamos en Ibiza. Algo tiene el poder que entontece y corrompe a los que se le acomodan. La Iglesia lleva 20 siglos comprobándolo periodicamente. Ahora se le acomodan sindicatos y asociaciones homo y caen en la demagogia, el infundio, la chulería y el vivir a costa de sus conciudadanos.


Diario de Ibiza.