sábado, 25 de abril de 2009

En apoyo del señor Vicente Bonet y de la revolución del bisturí, por Toni Boned


Cualquiera que tenga la sanísima costumbre de leer el Diario con cierta asiduidad habrá podido observar cómo en los últimos días se han sucedido, no sólo las cartas de los lectores sobre el mal llamado debate lingüístico en la Sanidad, sino los comentarios que acompañan a éstas en la página electrónica, decuplicando al resto. Y digo mal llamado porque no es un debate en el que existan dos interlocutores con ánimo de consensuar, sino que es un decretazo socialista vía rectal. No es lingüístico porque trasciende lo meramente comunicativo, y no es de la Sanidad porque nos afecta a todos, levanta ampollas y, entre otras cosas, los pacientes, a la progresía, le importan una higa.
Nadie habla de las 931 personas que esperan una intervención quirúrgica en Ibiza y nadie habla de la dotación de recursos para dar sentido a la Ley de Dependencia. Les importa un bledo. Da igual si hay un médico o quinientos. La imposición seguiría siendo igual de execrable en el segundo caso.
Da igual si el nivel B es fácil o difícil. Es discriminatorio. Es un conflicto político con tintes económicos que atenta contra las libertades individuales. De un lado, los de las subvenciones a chiringuitos separatistas, los que se lucran con los cursos y su material, los que viven del teatro paniaguado al que nadie acude, los escritores autogalardonados a quienes nadie lee, los de las cadenas de televisión que nadie ve, los periódicos subsidiados de los que ni se conoce su existencia, las productoras y empresas de publicidad encargadas de las campañas, toda la red clientelar basada en el negocio de la imposición de la lengua catalana y los que pretenden que la Sanidad acabe como la Educación, ni rastro del castellano, ni rastro de la diversidad, con mayoría inmensa de profesores de la cuerda importados dels països catalans y su titulillo del B. Del otro lado, los defensores de los valores constitucionales. No cedan, no se dejen engañar y dignifiquen la ´rebelión de bisturí´. En plena movilización, la señora de Bernat Joan y la señora Chumillas Heredia proponen y desafían. De la primera, no recuerdo ni su nombre ni lo que proponía. La segunda no parece compartir árbol genealógico con el primer conde de Barcelona, sino que más bien parece entroncar con la preciosa serranía de Ronda. No nos propone unas bulerías, ni un zapateao, ni tan siquiera hablar en ibicenco. Nos recomienda abrir una oficina en el hospital para la dinamización lingüística y que paguemos 40.000 euros cuando cerremos la puerta. De acuerdo, ustedes ganan, pero la ponen en el jardín de su chalet, la pagan a pachas y antes se sacan el nivel B de sentido común. Ya está bien de religiones apócrifas con el ciudadano de costalero y sufriendo la presión fiscal.
El Partido Populista, sin ideas propias y acostumbrado a gobernar a golpe de encuesta y según sople el viento, debería empezar a asumir cinco cuestiones fundamentales: protección del ibicenco y su denominación como tal ante el intrusismo del catalán, derogar la Ley de Normalización Lingüística, renegar del infame Estatuto de Autonomía, olvidar la horticoltura -la siembra de bulbos de Cola Cao en los campos de coles- y prestar asistencia jurídica gratuita a todos los padres que, como el señor Vicente Boned Marí, crean conculcados los derechos de sus hijos en la enseñanza. Desde aquí mi apoyo.
Para acabar, y por alusiones, decirle al señor Juan Nieto, delegado del sector Justicia de la CSIF, que su gesto es como las raciones seminales: pequeñas pero importantes. Le felicito. Cuando les toque, que les tocará, estaré con ustedes en la calle compartiendo pancarta.