domingo, 22 de marzo de 2009

La lengua de los cerdos, Román Piña Valls

LA LENGUA DE LOS CERDOS



Baleares Liberal (Enviado por: Redacción) , 22/07/08, 00:59 h

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ROMÁN PIÑA VALLS: "Nuestros cerdos le dicen a Lluis Cerdó lo siguiente: somos pocos, tronco, no damos abasto. Con nuestras carnes no podemos hacer sobrasada suficiente para suministrar a la población isleña, y aún menos para exportar."



Tanto en una carta al director como en el foro de este blog, Lluis Cerdó ha aportado unas líneas de debate interesantes, de las que escojo las dos siguientes preguntas, que en realidad es una. ¿Por qué el castellano tiene que ser la “lengua principal de comunicación democrática”? ¿Qué defecto congénito padecen las demás lenguas españolas que les impide poder ejercer ese papel en condiciones de igualdad?



Quisiera contestarle yo, pero prefiero que los hagan nuestros cerdos. Nuestros cerdos le dicen a Lluis Cerdó lo siguiente: somos pocos, tronco, no damos abasto. Con nuestras carnes no podemos hacer sobrasada suficiente para suministrar a la población isleña, y aún menos para exportar. Necesitamos traernos la carne de fuera para hacer nuestras tradicionales sobrasadas, para ganarnos la vida. Oink. Tío, o nos ponemos a hacer sobrasada con carne traída de allende los mares, o se acabó la sobrasada. Oink.



El castellano no tiene que ser la lengua principal de comunicación democrática. Lo es, pero no tiene por qué serlo. El mallorquín de Cerdó (o el mío) no tiene ningún defecto congénito, pero si yo este fin de semana que he pasado en Cantabria me hubiese empeñado en hablar con mis anfitriones en Mallorquín, nuestra comunicación habría sido bastante más pobre y escasa de lo que ha sido, por no decir nula.



Es decir, todo depende del marco. En el parlament balear, sin duda el mallorquín no tiene ningún problema para ser la lengua principal de comunicación democrática. En el marco de España, si queremos comer sobrasada todos, o sea comunicarnos, hemos de aceptar que entre en juego un elemento quizá extraño en nuestro retrato inamovible de esencias, que algunos tienen tanto interés en congelar en nuestra realidad de hace 300 años.



¿Qué impide al catalán, al vasco o al euskara desempeñar la función que desempeña el castellano? Lo mismo que nos impide hacer sobrasada con nuestros propios recursos. Si podemos hacer sobrasada mallorquina con carne de un cerdo criado en Albacete, y considerarla nuestra, a lo mejor también entendemos que el castellano es algo nuestro, útil y muy conveniente para nuestro desarrollo e integración en la realidad política y social que vivimos.



Podemos renegar de la monarquía española, del Decreto de Nueva Planta, del franquismo, de la radio, la televisión, la inmigración, el turismo, el barco y el avión. Pero esa actitud parece la de un grupúsculo con un verdadero problema de adaptación. La mayoría queremos poder seguir comiendo sobrasada. ¿usted no?



Román Piña Valls







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