19 Noviembre 2007
Antonio Alemany
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El estudio sobre los usos lingüísticos de los ciudadanos de Baleares, Cataluña, Valencia, Andorra, Alguer y la franja francesa del antiguo Reino de Mallorca, del que ya se hizo eco libertadbalear.com, ha sido retomado por el DM que constata de nuevo que dos de cada tres jóvenes de Baleares no utiliza el catalán pese a que sabe hablarlo, subrayando un dato interesante: que, a medida que aumenta la formación, decrece el uso del habla propia de las Islas.
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Vamos a dejar de lado lo del “habla propia de las Islas” que, aquí y ahora y dada su composición demográfica, no es exclusivamente el mallorquín, menorquín e ibicenco, sino que comparte con el castellano dicha condición. Lo significativo del estudio, creo que patrocinado por la Generalitat catalana, son tres hechos: el alto número de jóvenes que “saben el catalán”, el escaso número de jóvenes que lo hablan en su vida de relación y el que, a más formación, menos uso del catalán. Estos hechos sugieren, a su vez, dos conclusiones: el fracaso de unas lamentables y contraproducentes políticas impositivas, antipáticas y desagradables, que han tenido el efecto contrario- la propagación del uso del catalán- de lo que pretendían; y, en segundo lugar, el acelerado proceso de “latinización” del catalán tal y como vengo advirtiendo desde hace ya bastante tiempo.
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La “latinización” de una lengua es la extrapolación de lo que le ocurrió al latín en la alta edad media a una situación actual: el latín lo conocía todo el mundo, era la lengua de las cancillerías, del Derecho y de la Iglesia, pero el pueblo lo empleaba cada vez menos y lo iba sustituyendo por las lenguas romances emergentes y procedentes del latín. La similitud con lo que está pasando con el catalán, tal y como revela dicho estudio, es evidente: lo conoce prácticamente toda la población, es la lengua “oficial” de la Administración y su uso social, sin embargo, decrece a marchas aceleradas.
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Esta realidad se supone que debería obligar a una seria reflexión a todos los fanáticos del catalanismo, reflexión que, obviamente, no se producirá porque ello supondría reconocer un fracaso de dimensiones catedralicias. Reflexionemos por ellos y extraigamos algunas conclusiones. Estas. Primero, ¿por qué el mallorquín- y, también, el catalán- sobrevivió durante siete siglos a pesar de la abrumadora presión de un castellano vecino que era hablado por una población que centuplicaba a la población catalanoparlante? No había normalizadores, ni comisarios lingüísticos, ni imposiciones. Probable y precisamente por ello se mantuvo: por la voluntad de los ciudadanos que, libremente, así lo quisieron. Segundo, toda la parafernalia coercitiva no está sirviendo para nada. Es más: si esta parafernalia se hubiera aplicado a las poblaciones latinizadas y hubiera tenido éxito, el catalán no habría nacido y, hoy, seguiríamos hablando latín. Tercero, mal asunto utilizar la lengua como punta de lanza de un nacionalismo que carece de los mimbres históricos, políticos, sociológicos y sentimentales para afirmarse como tal. Mal asunto, porque, inevitablemente, la lengua- que todo el mundo acepta- y su uso se ha asociado a este nacionalismo- que la mayoría rechaza- que, al final, ha perjudicado de forma tal vez irreparable a la lengua. Cuarto, el catalanismo niega la vigencia de un libre mercado de las lenguas que compiten entre sí pero, al mismo tiempo y en un proceso esquizofrénico, se embarca, de hoz y coz, en esta competitividad del mercado sin ponderar el factor más importante para la supervivencia de una lengua y que no tiene que ver con el mercado: la voluntad de hablarla, desde la libertad y sin imposiciones. Y, quinto, los catalanistas han convertido la lengua, además de en un arma política, en algo desagradable, coercitivo, excluyente del “otro” y basada en un pressing obligatorio, desde la administración o desde la sociedad.
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Hace muchos años pronostiqué que los catalanistas se cargarían el catalán. Ya lo están consiguiendo tal y como revela, más allá de fantasías oníricas virtuales, el estudio que se comenta. No rectificarán, porque la cuestión, aquí y ahora no es principalmente lingüística. Ni tampoco, aunque también, de libertades. La cuestión es económica, de modus vivendi de todos los que viven a costa de la lengua.
Enlace con Libertad Balear. Recomiendo la lectura y visita del blog, porque hay unos comentarios y polémicas muy interesantes.
Antonio Alemany contesta a Antitopics
Mire, Antitópicos, el propósito de mi escrito era subrayar algo que me parece evidente: la “latinización” del “catalán” y el estrepitoso fracaso de ustedes que. como escribía en El Mundo/El Dìa de Baleares, lo han tenido “todo”: dinero a raudales de instituciones amigas y de Cataluña, coacción e imposicion, control de la educación, medios de comunicación proclives, red de células catalanistas por toda la geografía balear, satanización del castellano, amenazas y ridiculización del discrepante, sustitución de la secular denominación de la lengua por “catalán”, sustitución progresiva de nuestras modalidades, etc…
Usted no quiere transitar por la tesis de mi escrito- la latinización del catalány sus causas- y por la reflexión que le proponía y que ustedes se niegan a hacer. Su escrito es la mejor prueba de esta incapacidad para el análisis: insiste en la bondad y en la excelencia de la imposición, del intervencionismo y de lo que en definitiva es la versión catalanista del “Hable usted cristiano“, sólo que, ahora, dicen ¡Hable usted catalán!
Bien, quiere usted que repitamos este viejo y reiterado debate. Repitámoslo y empecemos por analizar su escrito.
Primero.- El mallorquín se mantuvo “intacto” en los pueblos por la misma razón que el vascuence se mantuvo intacto en los valles y montañas casi inaccesibles del País Vasco. La part forana era un “espacio cerrado”- un “huis clos” que diría Sartre al que me gusta parafrasear-. Una lengua muestra su fortaleza cuando se enfrenta al “mercado”: fue la alteración de las condiciones del “mercado” lo que puso a prueba el mallorquín, al mejorar la movilidad y las comunicaciones. Por esto se pierden los “acentos” de los pueblos, por esto Palma ha sido tradicionalemente bilingüe y por esto no puede pretender mantener una lengua manteniendola en espacios esterilizados, incomunicados. No, el reto del mercado había que abordarlo con otras armas que no son, para entendernos, “mercadotécnicas”, sino de amor a la lengua y de voluntad de mantenerla. Palma, durante siglos, fue un ejemplo de mantenimiento de la lengua a pesar del pressing del castellano. Ustedes han destrozado- porque no entienden nada- este componente que no es “de mercado” y se han empeñado en la vía coercitiva, antipática, antimallorquina y pro catalana y en dar siempre la culpa al “otro”.
Segundo.- El “castellano franquista”, aquí, no ejerció persecución, ni durante la Guerra Civil ni en la posguerra. No se persiguío ni siquiera en los cuarteles-en las salas de banderas la oficialidad mallorquina hablaba en mallorquín- ni en los colegios- donde la enseñanza era, ciertamente, en castellano, pero el mallorquín era el que predominaba como lengua de uso entre los alumnos y con los profesores- ni en la sociedad, donde lo que un marxista llamaría “clases dominantes” hablaban en mallorquín, excelente además. El Diccionari de Alcover- a mi juicio la obra más importante que hemos aportado al conjunto de las lenguas catalana, valenciana y mallorquina- se editó durante el franquismo, Francesc de Borja Moll levantó su importante editorial durante el franquismo y la mismísima Obra Cultural Balear nació y se desarrolló durante el franquismo.
Tercero.- Lo del mercado de las lenguas no es un tópico “españolista” sino un hecho a secas, ni bueno ni malo, ni españolista y catalanista: un hecho. Lo que yo decía es que eran ustedes los que, erróneamente y tras denostarlo, se metían de hoz y coz en el mercado, intentando perverir sus reglas a través del intervencionismo y la coerción, intentando lo que era imposible: competir con el castellano. Los mecanismos eran otros y no precisamente convertir una lengua en titular de derechos, coartar la libertad y, para colmo, poner la lengua al servicio de una causa política que no compartimos la mayoría de mallorquines.
Cuarto.- Las causas del estripitoso fracaso de sus políticas lingüísticas son, a mi juicio, las siguiente: a) Ustedes, los catalanistas, que han protituido la lengua en su denominación, en sus usos, en sus modalidades y en otorgarle un carácter instrumental a favor de este patológico catalanismo que practican. b)El cambio social. En Baleares, en un corto espacio de tiempo, hemos vivido una auténtica revolución social que no ha sido secuencial- con entrega de testigos culturales, estéticos y de valores de las clases declinantes a las clases emergentes- sino casi violenta por mor de los rápidos enriquecimientos. Por esto, aquí, no tenemos una “burguesía ilustrada” como han tenido en Cataluña o en Gran Bretaña. Y es que, lo primero que hace una clase emergente cuando irrumpe abruptamente en la sociedad, es buscar signos de diferenciación con la clase de donde procede. Por esto la burguesía emergente “se castellaniza” cosa que no hizo jamás la aristocracia, y no porque fuera mejor o peor que las nuevas clases, sino porque no necesitaba demostrar nada desde el punto de vista del prestigio social. El aluvión inmigratorio- y la tremenda torpeza de ustedes al pretender, no la integración, sino la asimilación- coadyuvó a la castellanización.
En fin, Antitópicos: si quiere continuamos y nos centramos, “in extenso”, en el fascismo lingüístico que ustedes practican y que, a mi juicio, está en la raíz de esta catástrofe que describía en mi artículo. Ni yo ni la mayoría de mallorquines- que somos tan o más mallorquines que ustedes- no tenemos nada que ver con lo que ustedes pretenden. Ni nos identificamos con sus proyectos lingüísticos. Ni nos reconocemos en cómo hablan. Ustedes- y, usted concretamente- es paradigma de lo que digo- sigue erre que erre con todos sus vetustos y cavernícolas tópicos. Para ustedes la perra gorda. Ustedes verán lo que hacen. De momento, a la vista están los resultados de lo que hacen.
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From Mariano Digital, nov. 2007