El PSOE es, con diferencia y en lo que llevamos de democracia, el partido más corrupto de España. Y lo es en cantidad, entidad y cuantías. Nada resulta comparable a la etapa socialista de mangurrinadas continuadas en todos los ámbitos, algunas muy graves como el terrorismo de Estado que se practicó en la época de Felipe González. Los casos del Banco de España, BOE, Filesa, fondos de los huérfanos de la Guardia Civil, por no hablar de la Andalucía todavía por investigar en serio, dos ministros con penas de cárcel, varios directores y altos cargos del gobierno también en prisión, son algunos de los episodios que definen la moralidad de este partido, cuyos antecedentes de tiempos de la II República no son ciertamente ejemplares ni desde el punto de vista ético ni desde el punto de vista democrático. Que, en Madrid, por ejemplo, exista un monumento a Largo Caballero- personaje siniestro- y se borre el nombre de Calvo Sotelo- asesinado por efectivos socialistas- es un insulto a la Memoria Histórica.
· Bien, este partido, con semejante pedigrí, se ha auto erigido, en Baleares y en el resto de España, en referente ético que dispensa bulas de moralidad y pulcritud políticas: Deberían ser más cautos y, sobre todo, más prudentes cuando se arrastra semejante historial. En Baleares, han convertido las corrupciones ajenas en banderín de toda su estrategia dialéctica para arruinar a la oposición del PP. Arriesgada aventura esto de convertirse en torquemadas inquisitoriales y dispensadores de bulas de moralidad política. Resulta que, ahora, a los torquemadas les han empezado a crecer los enanos de la corrupción, en cuestiones de notable incidencia democrática y con sujetos del más alto nivel. Lo de Vicens- he insistido sobre el particular- no es, principalmente, una “cuestión de UM”, sino una cuestión del PSOE y desus aliados de la izquierda.
En primer lugar, porque ellos gobernaban en el Consell de Mallorca cuando se producían las ordalías de Vicens y, en segundo lugar, porque han basado su acceso al poder en un pilar de que atufaba a corrupción. Es decir, han forzado una mayoría que no se reflejaba en sus resultados electorales a través de un vergonzoso pacto con quien no debían. Para acabar de definir la catadura moral de nuestros socialistas, toda esta historia de un Vicens pasando al grupo mixto, pero con apoyo garantizado en el Parlamento, tiene todo el aspecto de una lamentable farsa, como se han encargado de subrayar hasta las habituales plumas adictas a la izquierda.
· Pero el caso de presunta corrupción directa socialista- con imputación incluida- acaba de estallar en la persona de un Tarrés, nada menos que presidente del Consell Insular de Ibiza. No es un cargo cualquiera: es la máxima autoridad de la institución autonómica ibicenca. Los alguaciles alguacilados y los torquemadas inquisidores, protagonistas de lo mismo que denuncian en los demás. Si esta lección de humildad sirve, al menos, para taparles la boca, algo habremos avanzado. No es seguro que aprendan la lección, pero es de esperar que, cuando la olviden, la oposición y la prensa independiente se la recuerden.
Enlace a Libertad Balear
Grupo Mariano Digital
viernes, 31 de octubre de 2008
sábado, 25 de octubre de 2008
Crisis sobre crisis
Estos días le estoy dando vueltas a una
idea alarmante para Ibiza. Debemos evitar
que los árboles nos impidan ver el
bosque.
No estamos pasando una crisis. Hoy
quizás no se me entienda, pero si hay algún
curioso, que guarde este articulito y
lo relea el próximo mes de marzo o en
abril. En realidad se trata de un fenómeno
muy temido en medicina: una cadena
de enfermedades, donde los síntomas
de la primera quedan disimulados
por una tercera, que a su vez tapa a una
segunda.
Ibiza ya estaba en crisis estructural, o
sea muy profunda, mucho antes de que
estallara el mercado de derivados y saltara de las finanzas.
Ibiza no puede empezar a temblar
ahora porque se hunde el mundo exterior,
cuando nosotros hemos arrasado
interior.
El mundo podría estar destilando oro,
pero Ibiza seguiría su proceso crítico de
autodestrucción: sin recursos, sin territorio,
sin transportes, sin un mercado
que regule los precios y con varias mafias
ordeñando las últimas zonas operables.
Que la crisis de fuera no nos ciegue.
La crisis financiera y bancaria (corte de
créditos) conducirá a un cierre del crédito
a las empresas, lo cual creará un inimaginable
caudal de desempleados. Los
peores entre los peores, los más drogados
y los más borrachos, no dispondrán
de liquidez ni de crédito, con lo cual Ibiza
observará atónita que los turistas no
llegan. Pasará julio y agosto y los turistas
habrán venido, pero a una presión
tan baja que no habrá forma de sacarles
un duro. Al contrario, muchos de los que
lleguen vendrán, como estos supermercados,
a esquilmar al ibicenco.
«A sea of debt», dice la revista Time.
La mar de deudas queda mejor que un
mar de deudas. Ambas cosas son exactas.
Y por si no queda claro, acudo a consultar
a uno de los que más saben en estos
momentos, Manuel Pizarro. Dice él
que hay tres crisis si hablamos planetariamente:
las subprime, la crisis inmobiliaria
y la falta de competitividad.
Esto es impecable. Pero no para Ibiza,
donde debemos sumar nuestra
enfermedad crónica de fondo.
idea alarmante para Ibiza. Debemos evitar
que los árboles nos impidan ver el
bosque.
No estamos pasando una crisis. Hoy
quizás no se me entienda, pero si hay algún
curioso, que guarde este articulito y
lo relea el próximo mes de marzo o en
abril. En realidad se trata de un fenómeno
muy temido en medicina: una cadena
de enfermedades, donde los síntomas
de la primera quedan disimulados
por una tercera, que a su vez tapa a una
segunda.
Ibiza ya estaba en crisis estructural, o
sea muy profunda, mucho antes de que
estallara el mercado de derivados y saltara de las finanzas.
Ibiza no puede empezar a temblar
ahora porque se hunde el mundo exterior,
cuando nosotros hemos arrasado
interior.
El mundo podría estar destilando oro,
pero Ibiza seguiría su proceso crítico de
autodestrucción: sin recursos, sin territorio,
sin transportes, sin un mercado
que regule los precios y con varias mafias
ordeñando las últimas zonas operables.
Que la crisis de fuera no nos ciegue.
La crisis financiera y bancaria (corte de
créditos) conducirá a un cierre del crédito
a las empresas, lo cual creará un inimaginable
caudal de desempleados. Los
peores entre los peores, los más drogados
y los más borrachos, no dispondrán
de liquidez ni de crédito, con lo cual Ibiza
observará atónita que los turistas no
llegan. Pasará julio y agosto y los turistas
habrán venido, pero a una presión
tan baja que no habrá forma de sacarles
un duro. Al contrario, muchos de los que
lleguen vendrán, como estos supermercados,
a esquilmar al ibicenco.
«A sea of debt», dice la revista Time.
La mar de deudas queda mejor que un
mar de deudas. Ambas cosas son exactas.
Y por si no queda claro, acudo a consultar
a uno de los que más saben en estos
momentos, Manuel Pizarro. Dice él
que hay tres crisis si hablamos planetariamente:
las subprime, la crisis inmobiliaria
y la falta de competitividad.
Esto es impecable. Pero no para Ibiza,
donde debemos sumar nuestra
enfermedad crónica de fondo.
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