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"Al llegar al abrigo de la montaña, nos encontramos con unos 2.000 huesos que habían sido removidos. Ya no nos servían para nuestra investigación. Se nos habían adelantado los expoliadores romanos", relata Aramburu.
Pese al fiasco inicial, los descubrimientos fueron jugosos: el asentamiento constaba de una caseta, dos hornos y una canalización para extraer las aguas sucias del interior de la cueva. Entre los restos han aparecido el plato del siglo V d. C., importado de África, con los símbolos cristianos de la paloma y la cruz. El ave simboliza el Espíritu Santo. "Es bastante extraño encontrar las dos imágenes juntas en el mismo objeto. He consultado publicaciones sobre la cuestión. Los dibujos están por todo el Mediterráneo, pero suelen aparecer separados", aclara.
En cuanto a la procedencia africana de la pieza, Aramburu explica que las características del plato ponen de manifiesto que se fabricó en África. "Los romanos que llegaron al Puig de s´Escolà en aquella época debían ser militares que venían de allí", aventura.
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